CDHEG, un elefante blanco
muy lejano de las víctimas
Jesús Guerrero, Emiliano Tizapa y Arturo de Dios Palma
¿A quién le sirve la Comisión de Derechos Humanos del Estado de Guerrero (CDHEG)?
Pero antes: ¿sirve de algo?
La CDHEG nació chueca e inservible. Se fundó en el gobierno del priista José Francisco Ruiz Massieu, uno de los más represivos y abusivos de las últimas décadas.
En el gobierno de Ruiz Massieu fueron asesinados unos 300 perredistas que buscaban romper la sólida hegemonía que impuso el PRI en Guerrero. En ese mismo gobierno, a través del despojo, comenzó a construirse la zona Diamante de Acapulco que hoy es la muestra más tangible de cómo la corrupción destruye y altera al medio ambiente.
En teoría se fundó, como todas las demás comisiones, para vigilar que ningún agente del Estado violara los derechos humanos de la población. Es decir: el Estado la creó para que lo vigilara. Eso es teoría, en los hechos ha sido imposible. Desde ahí las comisiones están diseñadas para fracasar en la defensa de los derechos de los ciudadanos, en cambio se ha convertido en un instrumento efectivo para legitimar las acciones, represiones, violaciones del Estado.
Volvamos al inicio: ¿A quién le sirve la CDHEG? Al Estado, al gobernante en turno.
En Guerrero, la CDHEG no ha cumplido con su función básica, mínima. Ha hecho todo lo contrario: es abyecta ante el poder.
Revisemos la actualidad de la CDHEG. El 11 de junio, el Congreso de Guerrero reeligió a Cecilia Narciso Gaytán por otros cuatros como presidenta de la comisión.
¿Cuáles fueron los logros para que Narciso Gaytán fuera reelecta en la CDHEG? Ante la población ninguno, estuvo muy lejos de las víctimas, no acompañó a nadie, los dejó solos. Su logro fue ante el poder, se sometió, fue complaciente y, hasta, cómplice de la gobernadora, la morenista Evelyn Salgado Pineda.
Su reelección fue un premio que le otorgó la gobernadora por su sumisión, pero también fue una inversión para tener durante otros cuatro años una comisión a modo, dócil, servil, legitimadora. Cómplice.
Desde que Narciso Gaytán se postuló para reelegirse como presidenta de la CDHEG, muchos supieron que sería la elegida por una razón: era la preferida de la gobernadora.
La gobernadora transfirió su preferencia a su empleado, el presidente de la Junta de Coordinación Política (Jucopo) en el Congreso de Guerrero, el morenista Jesús Uriostegui García.
Uriostegui García operó para que Narciso Gaytán fuera reelecta y así cumplió la orden de su verdadera jefa.
La reelección de Narciso Gaytán cumplió con el parámetro que impuso Morena en las últimas elecciones: los resultados son conocidos desde el inicio, no hay competencia. Estamos ante procesos de selección sólo sirven para ratificar, confirmar los designios dictados desde lo más alto del poder.
Al proceso se inscribieron 17 candidatos para presidir la CDHEG; después de entrevistas a puerta cerrada, los diputados y diputadas definieron la terna: Cecilia Narciso Gaytán, Maricela Reyes Reyes y Román Jaimes Contreras.
En la terna se coló Reyes Reyes, quien fue presidenta del Instituto Electoral y de Participación Ciudadana (Iepc) pero tuvo que renunciar, antes de que la destituyeran, por dos motivos: el alto salario que se asignó, 272 mil pesos, y, por el nombramiento de su esposo como encargado de la Oficialía Electoral; así como el de Liliana Ramírez Eugenio en la Dirección Jurídica, sobrina de la entonces consejera electoral, Alma Delia Eugenio Alcaraz, hoy magistrada presidenta del Tribunal Electoral de Guerrero (TEE).
La reelección de Narciso Gaytán no tuvo que haber ocurrido. Primero por la forma: fue una imposición desde Casa Guerrero.
La elección nos dio otra muestra más de la nula autonomía en los poderes, de cómo están sometidos los diputados y diputadas a la gobernadora. Pero sobre todo, Narciso Gaytan, no tuvo que haber sido reelegida porque no hizo nada a favor de los ciudadanos, en su primera gestión nadie hallará algo que permita determinar que mereció ser nombrada.
¿Recuerdan a Narciso Gaytán defendiendo a una víctima? Nosotros tampoco. Las ignoró y prefirió estar plegada al poder.
¿Cuándo fue la última vez que Narciso Gaytán informó sobre las violaciones a los derechos humanos en Guerrero? Nunca lo ha hecho. Al contrario ha guardado un silencio cómplice.

Calló cómo momia cuando los dos policías estatales le dispararon y asesinaron al normalista de Ayotzinapa, Yanqui Kothan Gómez Peralta.
También, cuando el entonces secretario General de Gobierno, Ludwig Marcial Reynoso Núñez y el secretario de Seguridad Pública, general brigadier Rolando Solano Rivera, construyeron el montaje.
La noche del 7 de marzo del 2024, sobre el viejo libramiento que va a Tixtla, policías estatales asesinaron de un tiro en la cabeza a Yanqui Kothan.
Cuatro horas después del asesinato, a las 2 de la madrugada, Reynoso Núñez y Solano Rivera, dieron una conferencia, donde soltaron la versión oficial y comenzó todo el enredo.
Reynoso Núñez y Solano Rivera dijeron que se trató de un enfrentamiento, que los normalistas iban armados y dispararon primero contra los policías estatales y, estos, respondieron. También afirmaron que en un retén detuvieron la camioneta donde viajaban los normalistas porque recibieron un reporte de que el vehículo era robado. Y que los jóvenes iban alcoholizados, drogados.
Toda esta versión se fue cayendo conforme pasaron los días. Por ejemplo, el ex presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador aseguró que la noche del ataque, los normalistas no llevaban armas ni tampoco dispararon. La Fiscalía General de la República (FGR) informó que atrajo el caso porque halló muchos indicios de que hubo violaciones graves a los derechos humanos de los normalistas.
Narciso Gaytán no se atrevió a hacer una recomendación al gobierno de Salgado Pineda pese a la evidente violación grave de los derechos humanos del normalista. Prefirió el silencio cómplice. El silencio que le permite mantener los privilegios y la comodidad del cargo.
A inicio de este año, en Alcozauca, en la Montaña, un policía municipal asesinó a su ex pareja, quien era policía de tránsito. Fue un feminicidio y Narciso Gaytán otra vez guardó silencio. Prefirió el silencio cómplice que incomodar a la gobernadora con una recomendación, prefirió seguir la simulación de que Guerrero “es un santuario para las mujeres”.
Por ejemplo, en noviembre del 2024, 17 pobladores de la comunidad serrana de Chautipan, Chilpancingo, fueron privados de la libertad y luego once fueron hallados muertos, desmembrados –entre ellos dos mujeres y cinco menores de edad–; Narciso Gaytán lo volvió a hacer: guardó silencio y no sólo mantuvo una distancia bien marcada con la comunidad, con las familias, con las víctimas. Los seis restantes siguen sin aparecer.
¿Cuál ha sido el papel de Narciso Gaytán con las familias de los desaparecidos?, ¿con las familias completas que han sido desplazadas forzadamente?, ¿con los trabajadores del gobierno del estado a los que les han violado sus derechos laborales?
La CDHEG ha estado muy lejos de la protección de la libertad de expresión y el ejercicio libre del periodismo. Un 80 por ciento de las agresiones que sufren las reporteras y reporteros, según datos oficiales, son provocadas por un agente del Estado; en Guerrero, la comisión también ha guardado silencio. Nunca ha emitido una recomendación para que el gobierno estatal, los municipios, el Congreso y las demás instituciones respeten el trabajo periodístico, menos que lo protejan.
Este tipo de comisión es el ideal para los gobernantes: que no revisen nada, que no digan nada y que sólo los legitimen. El caso emblemático en este momento es la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH). Su presidenta, Rosario Piedra Ibarra fue reelecta por la misma razón que a Narciso Gaytán: por la sumisión que muestran ante el poder y su lejanía con las víctimas.
Son comisiones que no están en ninguna causa de la población. Narciso Gaytán ha preferido estar cerca del poder, acompañar en cuanto evento que le sea posible a la gobernadora. Cuando hay reuniones de Salgado Pineda con víctimas, Narciso Gaytán se ubica –física y políticamente– al lado de la mandataria y no de las víctimas. Acompaña más a la gobernadora que a las víctimas.
Y no es que con Narciso Gaytán se haya establecido esto, el anterior presidente, Ramón Navarrete Magdaleno hizo lo mismo, se sometió al entonces gobernador, el ex priista Héctor Astudillo Flores.
Por momentos, Navarrete Magdaleno actuó como un operador político más del gobierno de Astudillo Flores que como el presidente de la CDHEG. Ahora, es magistrado del Tribunal de Justicia Administrativa, a propuesta del ex priista y ahora propietario de la franquicia de Movimiento Ciudadano en Guerrero.
En su gestión, Navarrete Magdaleno se sirvió con la cuchara grande, tenía un salario bruto de 211 mil 638 pesos y neto de 142 mil 799 pesos, llegó a cobrar más que López Obrador y Astudillo Flores.
Después de que saliera a la luz pública su salario, Navarrete Magdaleno se moderó.
Narciso Gaytan cobra un salario bruto de 113 mil 372 pesos y bruto de 63 mil 464, según tabulador del trimestre octubre-diciembre del 2024, el último disponible en el portal de la CDHEG.
Según el mismo tabular, en el trimestre enero-marzo, Narciso Gaytán cobraba un salario bruto de 102 mil 600 pesos y neto de 61 mil 464 pesos. Se aumentó el salario.
Pero el que tuvo un mayor incremento en su salario en 2024, fue su esposo, el director de Dictámenes y Resoluciones de la Secretaría Técnica de la CDHEG, Eugenio Acevedo Rivera.
El 2024 lo comenzó cobrando un salario bruto de 31 mil 677 pesos mensuales y neto de 23 mil 898 pesos; lo terminó con un salario bruto de 41 mil 194 pesos y neto de 33 mil 146.
En menos de un año, el salario del esposo de la presidenta de la CDHEG aumentó casi 10 mil pesos.
Chirrionazo
Tras las lluvias que trajo el huracán “Erick”, salieron a las calles un ejército de funcionarios y trabajadores del gobierno estatal para tomarse la foto del recuerdo, de la pose pal’ Instagram junto a los damnificados o los daños.
Lo peor no son los trabajadores “queda bien” que buscan guardar el empleo, lo peor es que los que con cargo y todo nada más fueron a tomarse la foto y no llevaron ni ayuda, como el senador Félix Salgado Macedonio, quien recorrió la Costa Chica incluso con una regidora de Chilpancingo, ya sabe usted quién, para observar y hacer su transmisión en vivo en la zona del desastre.
Chale mínimo hubiera llevado una despensa con arroz con gorgojo como decía su máximo líder supremo, pero ya ni eso. Lo terrible de estos políticos es que lucran como siempre con la desgracia ajena.