Alejandro Arcos: impunidad que protege la
complicidad entre política y crimen

Arturo de Dios Palma, Emiliano Tizapa y Jesús Guerrero
Hace un año, Alejandro Arcos Catalán, alcalde de Chilpancingo, fue asesinado, decapitado. El crimen horrorizó a todos, pero nada cambió.
El sistema político y judicial de Guerrero hizo lo de siempre: ocultar y manipular información con el único objetivo de que este caso se vaya directo al olvido. A un año, hay muchas más preguntas que respuestas.
¿Quién ordenó asesinar a Arcos Catalán?, ¿Cuál es el verdadero móvil del crimen?, ¿Qué buscaban provocar con el asesinato?, ¿Por qué parece que a nadie le interesa que se esclarezca?, ¿A quién o a quienes les conviene que el olvido sepulte este caso?
También están otras preguntas que definitivamente nunca serán respondidas: ¿Por qué Arcos Catalán decidió meterse solo —sin escoltas— a la guarida de los líderes de la organización criminal Los Ardillos?, ¿No calculó el riesgo después de que tres días antes asesinaron al secretario general del ayuntamiento de Chilpancingo, Francisco Gonzalo Tapia Gutiérrez?, ¿Fue a reunirse con Los Ardillos?, ¿Lo obligaron a ir?
Esclarecer el crimen de Arcos Catalán se pudo convertir en la oportunidad para corregir muchas cosas en Guerrero. Hubiera significado un manotazo en la mesa. El momento de poner orden en las alcaldías, el punto donde una vez por todas quedan claras las relaciones que los alcaldes y alcaldesas han establecido con las organizaciones criminales, de saber qué tanto han permitido a los criminales meterse en las administraciones, en otras palabras: de saber quién gobierna en los municipios.
Eso no ocurrió, seguimos ante gobiernos turbios, donde la línea entre gobernantes y criminales es cada vez más porosa, casi imperceptible. Se optó por la impunidad, por mantener las complicidades intactas.
Eran las 11 de la mañana del 6 de octubre del 2024, Arcos Catalán se encontró con parte de su equipo para ir a entregar ayuda a damnificados por el huracán John a la comunidad de Tepechicotlán. Salieron en tres vehículos. Arcos Catalán manejó una camioneta Grand Cherokee blindada, con él iban algunos de su equipo de Comunicación Social y en los otros dos vehículos parte de sus 18 escoltas y otros colaboradores.
A las 11:49 de la mañana, cuando cruzaban el poblado de Petaquillas, Arcos Catalán llamó al encargado de la Secretaría de Seguridad Pública, el capitán en Justicia Militar del Ejército en retiro, Germán Reyes Reyes.
A Reyes Reyes, Arcos Catalán lo nombró tres días antes como encargado, según la Secretaría de la Defensa Nacional (Defensa).
Cuando llegaron al crucero de la comunidad de Tepechicotlán, Arcos Catalán se bajó de la Grand Cherokee y ordenó al conductor de la camioneta Robust —donde iba parte de la ayuda— que se bajara y a partir de ahí él la conduciría. También le pidió a todos que ahí lo esperaran, incluidos sus escoltas, que iría a entregar la ayuda solo.
Arcos Catalán se adentró solo hacia Mochitlán en la camioneta Robust.
Las declaraciones de los escoltas y funcionarios, según la carpeta de investigación que abrió la Fiscalía General del Estado (FGE), coinciden en ese relato; también coinciden en que a las 5:20 de la tarde, Carlos, el hermano de Arcos Catalán, les avisó que habían hallado un cadáver decapitado en una camioneta Robust en la calle Moctezuma en la colonia Villas del Roble, frente al hotel Real Morely, en Chilpancingo.
Les pidió que se regresaran para que lo ayudaran a identificar el cadáver de su hermano en el Semefo.
El cadáver de Arcos Catalán fue abandonado a las 4:40 de la tarde frente al hotel por dos hombres vestidos de playera negra. Uno conducía la camioneta y el otro lo acompañaba en una motocicleta negra. El primero abandonó el vehículo y colocó la cabeza sobre el toldo y de inmediato se subió a la motocicleta y se fueron. Todo quedó grabado en las cámaras del hotel.
Según la necropsia, Arcos Catalán pudo haber sido asesinado 40 minutos antes de que lo abandonaran en la camioneta.
La carpeta de investigación indica que los dos hombres fueron identificados como El Michoacano y El Jimmy, pero la fiscalía no lo ha corroborado, pese a tener los videos en su poder.
A El Michoacano, la fiscalía lo acusa de ser el autor material del asesinato de Arcos Catalán.
En la camioneta, según los peritajes de la fiscalía, se hallaron una credencial del INE, tarjetas bancarias, un bote con agua manchada de sangre y, en el asiento de copiloto, el cadáver de Arcos Catalán.
Uno de los peritajes dijo que la causa de muerte de Arcos Catalán fue hemorragia masiva por decapitación. También decía que su cabeza estaba pálida, además de sus pulmones y otros órganos.
De esa mañana ya pasó un año, la FGE detuvo a Reyes Reyes, lo acusa de haber ordenado el asesinato y decapitación de Arcos Catalán porque, supuestamente, se negó a entregar cargos de la administración a la organización criminal Los Ardillos.
Este 23 de septiembre comenzó el juicio oral contra el único detenido por el asesinato de Arcos Catalán.
El capitán del Ejército, Reyes Reyes fue detenido el 12 de noviembre en las instalaciones de la Secretaría de Seguridad Pública de Chilpancingo. La fiscalía lo acusó de ser el autor intelectual del asesinato de Arcos Catalán y además lo vinculó con Los Ardillos.
El 18 de noviembre del 2024, la jueza de Control y Enjuiciamiento, Yolanda Mora Silva, lo vinculó a proceso. Esa vez la FGE presentó cuatro pruebas contra Reyes Reyes, el testimonio de un comerciante que el 27 de octubre del 2024, fue privado de la libertad durante unas horas por presuntos integrantes de Los Ardillos en la comunidad de Petaquillas. Ahí el comerciante, supuestamente, escuchó a El Michoacano contar que Reyes Reyes le ordenó asesinar a Arcos Catalán.
Cuatro días después, el comerciante fue hallado muerto y su muerte no ha sido esclarecida. Otra prueba es un correo que un supuesto agente de la Policía Municipal de Chilpancingo de manera anónima envió a la fiscalía donde cuenta que escuchó una llamada telefónica donde Reyes Reyes ordenó asesinar y decapitar a el alcalde.
Además presentó información de redes sociales donde acusan al militar retirado de formar parte de Los Ardillos. La última prueba fue la llamada telefónica que minutos antes de que Arcos Catalán se adentrara al bastión de Los Ardillos le hizo a Reyes Reyes.
La entonces jueza de Control y Enjuiciamiento, Yolanda Mora Silva, admitió las dos primeras pruebas.
El inicio del juicio oral contra Reyes Reyes tardó casi diez meses, tras dictarle la vinculación a proceso, el reinicio se postergó en por lo menos tres ocasiones.
Los Ardillos siguen operando casi como siempre. Durante este año, han encabezado masacres y otros asesinatos de políticos encumbrados. Nunca dejaron de operar, 20 días después del asesinato de Arcos Catalán, desaparecieron a 17 pobladores, entre adolescentes y mujeres, de la comunidad de Chautipan, ubicada en la sierra de Chilpancingo, que entraron a su bastión, el poblado de Tlanicuilulco, en Quechultenango, a vender traste.
Los cadáveres de once de los pobladores de Chautipan fueron abandonados en la batea de una camioneta en Chilpancingo, en la salida hacia Acapulco. Los cuerpos estaba desmembrados, a algunos hasta los ojos les sacaron. De esta masacre el Ejército acusó directamente a Los Ardillos y anunció una operación con 400 soldados para rescatar a los pobladores. De eso nada se supo.
El 16 de agosto de este año, fueron masacrados en una emboscada 12 autodefensas de la Unión de Pueblos y Organizaciones del Estado de Guerrero (Upoeg) en la comunidad de El Cortijo, en Ayutla, en la Costa Chica.
Los autodefensas acusan a Los Ardillos de la masacre quienes, según los autodefensas, intentan apoderarse de sus comunidades.
Y apenas el 3 de septiembre, fue asesinado el subsecretario de Política Social de la Secretaría del Bienestar de Guerrero, Hossein Nabor Guillén, en Tixtla. El gobierno federal dijo que los responsable del crimen pudieron ser a Los Ardillos.
Justo al año del crimen de Arcos Catalán, Chilpancingo volvió a arder. La semana pasada durante tres días la ciudad se paralizó nuevamente. Todo comenzó como siempre: asesinaron a dos trabajadores de la venta y la distribución del pollo, luego atacaron Urvan del transporte público y la cotidianidad se rompió: la gente no lo pensó y se resguardó, los choferes suspendieron el servicio y los profesores y profesoras, sin pensarlo, cerraron las escuelas.
La ciudad retomó sus cotidianidad de un día para otro, sin ninguna explicación, sin que se informara la detención de un criminal, del desmantelamiento de una red operativa de una de las organizaciones criminales, del aseguramiento de armas, de dinero. No se informó de nada, así sin más, las autoridades ordenaron la reanudación de las clases y del transporte público.
El asesinato del alcalde de Chilpancingo forma parte de una ola de violencia que desde hace más de cuatro años aplasta a la capital. Sin embargo, el crimen de Arcos Catalán es la cumbre de esta crisis.
Arcos Catalán fue asesinado seis días después de haber tomado protesta como alcalde. Antes del crimen pasaron muchas cosas. Chilpancingo se descompuso, la violencia, asesinatos, desapariciones, ataques al transporte público, paralizaron la ciudad en por lo menos tres ocasiones. Una de esas crisis comenzó precisamente en la alcaldía.
Junto con el hallazgo de siete cadáveres desmembrados y decapitados, fue dejado una mensaje contra la entonces alcaldesa, la morenista Norma Otilia Hernández Martínez. El presunto líder de Los Ardillos, Celso Ortega Jiménez, le pedía una nueva reunión, un nuevo desayuno.
Luego se difundieron en redes sociales imágenes de Hernández Martínez sosteniendo una reunión con Ortega Jiménez. Se vino la crisis: asesinatos, ataques a trabajadores de la venta y distribución del pollo, choferes de taxis y Urvan, algunos fueron quemados vivos. La alcaldesa se mantuvo en el cargo hasta el último minuto de su gobierno y, ahora, sigue haciendo política como si no hubiera aparecido en el video junto con el presunto líder criminal.
El crimen de Arcos Catalán tuvo un antecedente muy cercano: tres días ante de que tomara protesta, fue asesinado Ulises Hernández Martínez, capitán del Ejército y exdirector de la Unidad de Fuerzas Especiales (UFE) de la Policía Estatal, quien sería nombrado como el secretario de Seguridad Pública de Chilpancingo. El 3 de octubre, en pleno centro, mataron a balazos al secretario del ayuntamiento de Chilpancingo, Francisco Gonzalo Tapia Gutiérrez.
La violencia no ha parado en Chilpancingo y las autoridades ha hecho muy poco para detenerla, los momentos de tranquilidad han sido por treguas establecidas entre Los Ardillos y Los Tlacos, las dos organizaciones que disputan el control territorial, así como negocios legales e ilegales, como lo denunció el sacerdote, Filiberto Velázquez Florencio.
Parece que la impunidad en el caso de Arcos Catalán es conveniente para la clase política de Guerrero.
Chirrionazo
Este domingo la gobernadora Evelyn Salgado Pineda y su papá Félix Salgado Macedonio otra vez se pulieron con la operación acarreo al informe de la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo en la plancha del Zócalo de la Ciudad de México.
Pero mientras Evelyn, Félix y la mayoría de los secretarios del gabinete estatal viajaron en sus lujosas camionetas y escoltados a los trabajadores los mandaron en camionetas Urvan y sin comer.
El que sí se pasó de lanza fue el delegado estatal de la Secretaría del Bienestar, Iván Hernández Díaz, quien ordenó que ningún trabajador y trabajadora tenía que descansar su fin de semana porque tendrían que ir a chaleco al mitin de Claudia Sheinbaum.
Varias trabajadoras que estuvieron ocho días en Pinotepa Nacional, Oaxaca, censando a jornaleros agrícolas regresaron el miércoles 1 de octubre y pese a que estaban agotadas por las extenuantes jornadas de trabajo Iván no se les perdonó y las obligó ir al acto de la presidenta.
Incluso, Iván Hernández les pidió a los trabajadores y trabajadoras que llevaran a un familiar. Obvio casi nadie le hizo caso. A excepción de los sindicalizados, y eso que ningún trabajador y trabajadora de esta delegación del Bienestar tiene prestaciones sociales que marca la Ley Federal del Trabajo.
Pero a Iván Hernández le vale “una pura y dos con sal”, como dice la canción, él quiere un nuevo hueso en el 2027 y anda duro promoviéndose.




