Catástrofe y acción colectiva.
Interpelaciones desde Guerrero
John Kenny Acuña Villavicencio *
25 de octubre de 2025
Acaba de ser publicado y comentado el libro Catástrofe y acción colectiva post-Otis. Interpelaciones desde Guerrero (2025), editado por el CEA-UAGro, con 279 páginas e ISBN 978-612-03-1361-9. El evento se realizó en el marco de la octava Semana Nacional de las Ciencias Sociales organizado por el COMECSO y la Universidad Autónoma de Guerrero.
Participación los autores y las autoras Mariela Díaz Sandoval, J. Brian Vargas L., Javier Roberto Herrera Prudenciano, María Fernanda Quiroz Pérez, Tatiana Andrea Cely Cárdenas, Ángela María Gutiérrez Gamba, Rubí Esmeralda Godínez González, Mary Mar Palma Romero, Daniela Regina Araujo García e Indira Romero Hernández.
Asimismo, se contó con los comentarios de: América Bautista Salgado (Coordinadora General de la Zona Sur_UAGro), Gabino Solano Ramírez (UAGro), Adalberto Saviñon (Centro Lindavista y Guerrero es Primero), Marisol Alcocer Perulero (UAGro); Guadalupe Reyes de la Cruz (UABJO) y Zacharie Hatolong Boho (Université de Maroua).
Los puntos de vista e intervenciones que a continuación se presentan enfatizan la necesidad de construir consensos y pensar desde la interpelación, con el propósito de rescatar al sujeto del olvido al que ha sido relegado. En este sentido, las y los autores cumplen con una tarea fundamental: a partir de la experiencia del huracán Otis que ocurrió el 24 de octubre del 2023 y devastó las ciudades de Acapulco y Coyuca, cuestionan un orden social que ya estaba fracturado. La violencia, la inseguridad, la desigualdad y la corrupción son las mareas que desde hace tiempo arrasan a Guerrero y que, aún hoy, siguen siendo una tarea pendiente por comprender y transformar.
En el libro se plantea que toda catástrofe no solo destruye lo vivo, sino que también desnuda la anatomía de la sociedad: revela instituciones estatales colonizadas y las promesas incumplidas de la política neoliberal. Sin embargo, no todo es ruina sobre ruina. En medio del desastre, los gritos de los Otros aparecen como imágenes y constelaciones, grietas que anuncian posibilidades. De allí surgen preguntas provocadoras: ¿Qué expresa el hartazgo y la impugnación de la “gente común” hacia la autoridad? ¿Cómo se manifiestan esas formas de ruptura? ¿Existe acción colectiva dentro de toda catástrofe, como ocurrió con Otis? ¿Dónde habita la rebeldía?
Quien busque respuestas en la política orgánica o en los discursos institucionales se decepcionará. Este libro sugiere lo contrario: las respuestas están en acciones mínimas, banales, microscópicas y dispersas que, lejos de ser marginales, constituyen el coro anónimo de toda esperanza.
A continuación, compartimos parte de este debate.

–Gabino Solano
Me siento muy complacido, porque pocas veces tenemos la oportunidad de disfrutar una obra académica —aunque de divulgación— con tanto significado para quienes vivimos en Acapulco, atravesamos el huracán Otis y pertenecemos a Guerrero. Este trabajo es un esfuerzo extraordinario de los estudiantes de la Maestría en Estudios de Violencia y Gestión de Conflictos, coordinados con rigor por Kenny.
Pocos posgrados impulsan con tanta claridad la divulgación del trabajo académico.
Esta obra es valiosa no solo por su contenido, sino porque está escrita desde Guerrero, desde la vivencia directa.
Mientras muchos textos sobre Otis llegaron desde fuera, este recoge voces locales, con enfoques etnográficos, fotoetnográficos y participativos, lo que le otorga vida y memoria.
El libro nos permite procesar el duelo, revivir momentos dolorosos y, al mismo tiempo, sentirnos acompañados. Es un documento vivo, con sustento teórico y metodológico, que devuelve dignidad a nuestras experiencias. Hoy cobra vigencia frente a tragedias como la de Poza Rica, recordándonos los retos que vendrán: salud, economía, infraestructura, resiliencia comunitaria. Me conmueve profundamente. Ojalá se lea en espacios como el círculo Cauyahue. Estamos ante una obra necesaria, y solo queda felicitar a quienes la hicieron posible.
–Alberto Saviñón
Las palabras de Gabino me llevan a adelantar una conclusión: los desastres recurrentes —Otis, John, Erick— y el impacto del cambio climático exigen la institucionalización de espacios de reflexión como el que este libro inaugura. Esta obra no sólo debe circular, sino acompañarse de un centro nacional de apoyo y análisis con sede en Acapulco y en la UAGro, al servicio de quienes enfrentan estos fenómenos. No basta el esfuerzo académico; es necesario proyectarlo al país.
Se ha dicho que sólo después de llorar es posible comprender. Acapulco ha llorado, y de ese dolor emerge un aprendizaje colectivo que México debe escuchar. El libro, escrito desde la experiencia local, con múltiples voces y mirada crítica, aporta lo que muchos textos externos omiten: empatía, análisis y dignidad para los afectados.
El primer capítulo de Kenny es crucial para abordar los saqueos y los silencios que permiten narrativas estigmatizantes. En una sociedad atravesada por violencias y dominaciones históricas, se requiere acompañamiento para liberar al pueblo de esas cargas.
Destaco también los análisis sobre capacidades estatales y respuestas gubernamentales, así como el papel de los servidores públicos en campo. Este libro debe detonar debates: reconocer a los acapulqueños como actores de un nuevo pacto social, rediseñar la ciudad según sus vulnerabilidades y disputar el modelo turístico depredador.
Acapulco y la UAGro pueden —y deben— asumir liderazgo nacional. Este libro lo demuestra.
–Guadalupe Reyes de la Cruz
Me da gusto estar en la presentación del libro Catástrofe y acción colectiva post-Otis, coordinado por John Kenny Acuña. Al recibir la invitación, sentí emoción, porque obras como esta sostienen la memoria y nos obligan a pensar esta crisis-época marcada por el cambio climático. No es solo la naturaleza: somos nosotros y nuestras acciones.
La portada, con El juicio de Dios, interpela de inmediato: ¿es el ojo del huracán o el ojo divino? Vengo de Tabasco y Oaxaca, territorios que han vivido inundaciones, desplazamientos y pérdidas. Desde entonces, me pregunto: ¿Qué le estamos haciendo a la naturaleza para que nos devuelva todo esto?
Este libro ofrece miradas diversas: acción gubernamental, emociones, estructuras sociales y un elemento emergente: los grupos delincuenciales presentes incluso en el desastre.
Plantea preguntas profundas sobre nuestra condición humana y nuestra capacidad de respuesta.
El cambio climático no se detiene en Acapulco; hoy es Poza Rica, mañana será otro lugar. Por eso, este libro no habla solo desde Guerrero, sino desde el mundo. Celebro que incluya aportes de estudiantes, futuros investigadores que podrán incidir en política pública.
En tiempos donde algunos gobiernos lucran con el dolor, este texto invita a repensarnos, a construir un nuevo pacto social y considerar dimensiones psico-bio-socio-espirituales. Nos habla al intelecto, pero también al alma. Enhorabuena por esta obra necesaria.
–Marisol Alcocer
Me alegra profundamente estar en la presentación de Catástrofe y acción colectiva post-Otis. Ver a mis exestudiantes —hoy maestros y maestras— convertidos en autores de esta obra escrita en medio del duelo y la reconstrucción, me llena de orgullo. Celebro la mirada situada de cada capítulo; mientras leía, veía sus familias, sus barrios, sus heridas. Esta obra es coral: varias voces, tonos y territorios.
Otis golpeó Acapulco y Coyuca, pero aún hay realidades pendientes, otros municipios y memorias por incorporar. El libro abre ese camino. También recoge la impresionante organización comunitaria que surgió tras el huracán, una solidaridad que merece ser contada.
Hay una dimensión emocional-espiritual que atraviesa el texto. Yo mismo, al salir de Acapulco, tuve que curarme el espanto: terapia psicológica, sí, pero también cura comunitaria y cultural. ¿Quiénes tuvieron acceso a ello? Este libro muestra cómo el desastre afecta de forma desigual: por género, territorio, raza. Destaco el trabajo de Fernanda sobre el rol crucial de las mujeres, y el capítulo de Kenny, que desmonta el estigma de los saqueos como simple rapiña, revelándolos como protesta y sobrevivencia.
Escribir fue, para muchos, un acto terapéutico y político. Esta obra no solo narra: interpela a quienes deben decidir el futuro de Acapulco.
Es un libro imprescindible y abierto al mundo.
–Zacharie Hatolong Boho
Catástrofe y Acción Colectiva Post-Otis. Interpelaciones desde Guerrero, publicado en octubre de 2025 por el CEA y la UAGro, coordinado por John Kenny Acuña Villavicencio, es fruto del trabajo creativo de once autores. Mi comentario se centra en la dimensión visual de la obra, pues —como dice el adagio— una imagen vale más que mil palabras.
La semiótica visual, que estudia cómo los signos icónicos comunican sentido a través de colores, formas y composición, permite interpretar las imágenes del libro más allá de lo literal. Estas no solo ilustran; significan. Las fotografías, dibujos y pinturas condensan los múltiples desastres provocados por el huracán Otis: la devastación de la biodiversidad, la fractura de los territorios y el impacto en la vida humana.
Pero junto al dolor (p. 122) y la pérdida (p. 127), las imágenes revelan también el renacimiento (p. 128) y la rehabilitación (p. 185 y 187). Capturan las luchas colectivas, la resiliencia y la esperanza de quienes resistieron. Como tras la pandemia, emergen preguntas sobre la responsabilidad humana frente a la naturaleza, incluso lecturas religiosas del desastre —como castigo divino—, presentes en la portada y la p. 260.
Propongo que este libro inspire una exposición artística que transforme el dolor en memoria esperanzadora.

–Mariela Díaz
No me queda más que felicitar este esfuerzo colectivo. Si no me equivoco, este es el segundo ejercicio editorial con los estudiantes de la Maestría en Violencias, y refleja claramente la vocación, disciplina y compromiso de Kenny. Agradezco la confianza para incluirme y permitirme escribir junto a quienes hoy ya son maestros y maestras.
Comparto brevemente sobre mi capítulo: “Capacidades estatales y respuestas gubernamentales frente a los desastres naturales en el orden subnacional: el impacto del huracán “Otis” en los municipios de Acapulco de Juárez y Coyuca de Benítez, Guerrero (2024)”. Como coordinadora de la Maestría en Ciencia Política, me ha sorprendido —más preocupante que gratamente— cómo el estudio de los desastres se ha vuelto central en nuestra disciplina. Existen aún muy pocos trabajos que relacionen democracia, cambio climático y capacidades institucionales.
Inspirada en Charles Tilly, abordo las instituciones no como entes estáticos, sino como construcciones históricas derivadas de decisiones, muchas veces injustas. Las consecuencias que observamos tras Otis —y hoy en Veracruz, Puebla o San Luis Potosí— son producto de esas injusticias socioespaciales y de estructuras institucionales deficientes: a) prevalencia de prácticas informales sobre el fortalecimiento del Estado; b) corrupción que limita la respuesta; y, c) fragilidad burocrática ante emergencias reales.
Esto nos obliga a pensar en responsabilidades políticas: ¿asumen los gobiernos estatales sus obligaciones?, ¿cómo se articula el poder federal y local?, ¿por qué los más pobres enfrentan solos el cambio climático? Todo esto, inevitablemente, tiene que ver con decisiones políticas.
– Javier Roberto Herrera
Comento brevemente el capítulo que presento en el libro: “El trauma tras la catástrofe Otis: dolor, pérdida y esperanza”. Narro la historia de una mujer de 50 años que vive en la Colonia 2 de Febrero, en las periferias de Acapulco, donde muchas viviendas están hechas con lámina y madera. Ella me brindó su testimonio sobre lo vivido durante y después del huracán Otis.
Ella relata cómo, en plena tormenta, las láminas del techo volaron y las paredes se derrumbaron. Quedaron expuestos bajo la violencia del viento y la lluvia. Para sobrevivir, ella y su pareja se refugiaron detrás de un colchón recargado en una pared vecina. En ese momento creyó que moriría: sentía dolor en el pecho y pensaba que una lámina podía matarla.
Al día siguiente surgieron síntomas propios del trauma: miedo, insomnio, reexperimentación. Perdió bienes materiales —colchón, refrigerador— pero también lo intangible: electricidad, comunicación, rutina. Sin señal, sin internet, sintió corte total con el mundo.
En la etapa de esperanza, analizo qué le ayudó a reconstruirse. Reconoce el apoyo económico del gobierno federal —alrededor de 25 mil pesos— como crucial para “volver a nacer”. El dinero no cura el trauma, pero permite rehacer la vida. También la sostuvo la fe católica y el acompañamiento familiar. Este testimonio muestra que el impacto no es solo individual, sino biopsicosocial. Es una historia real en un entorno real.
–Tatiana Cely
Mi trabajo, “Recuperación del espacio público y respuestas colectivas post-Otis”, nace del interés por una iniciativa colectiva llamada por sus integrantes: equipo Freddy Krueger. Siete personas, lideradas por el profesor Gabino Solano, conformaron este grupo que, con motosierras, acudía a colonias populares para remover árboles y despejar caminos, facilitando el trabajo de la CFE en el restablecimiento de la energía eléctrica. El nombre, lejos del terror, fue resignificado: Freddy Krueger se convirtió en símbolo de reconstrucción comunitaria.
Esta acción no fue solo práctica, sino profundamente simbólica. En medio del caos, representó la capacidad de reinventarse como ciudadanos y académicos para responder a una pregunta crucial: “¿Cómo volver a la normalidad después de la catástrofe?”
Mediante entrevistas semiestructuradas, analicé los recursos que sostuvieron este esfuerzo: solidaridad, sentido de pertenencia, amistad y conciencia social. Con este capítulo busqué tres objetivos: 1) Aportar evidencia empírica sobre modelos de acción ciudadana que, ante desastres, superan las capacidades institucionales; 2) Abrir el debate sobre prevención y gobernanza ambiental, evidenciando las causas estructurales: desigualdad, mala planeación, turismo extractivo y corrupción; y, 3) Contribuir a la memoria reciente de Acapulco, documentando cómo se tejieron redes de apoyo espontáneo. Agradezco al profesor Kenny por creer en este proyecto. Ver el libro ya elaborado es profundamente emotivo.
–Rubí Godínez
Es un honor participar en este libro y agradezco a Kenny por impulsar y amplificar las voces de quienes vivieron el desastre. Mi capítulo, titulado “Fue un horror no encontrar medicamentos: robo y respuestas colectivas”, analiza cómo la comunidad enfrentó la escasez de fármacos tras el huracán.
El trabajo se basa en testimonios de personas que sufrieron angustia al enfrentar tres problemas simultáneos: 1) Saqueo y pérdida de medicamentos. Las farmacias fueron arrasadas. Quienes dependían de insulina u otros medicamentos controlados se quedaron sin acceso. Sin electricidad, la cadena de frío se rompió: una insulina dañada significaba riesgo de muerte. 2) Desesperación y búsqueda. La gente caminó colonias enteras o buscó gasolina para salir a otros municipios. Muchos regresaron con las manos vacías o con medicinas inservibles, mojadas o contaminadas. La frustración fue profunda: no era solo un objeto perdido, sino la posibilidad de vivir. 3) Organización comunitaria. En medio del caos surgieron redes espontáneas: “¿Quién tiene carro? ¿Quién puede salir? ¿Quién comparte medicina?” Se intercambiaron fármacos y se cuidó a enfermos ajenos. Siguiendo a Alberto Melucci, observé acción colectiva en lo cotidiano.
Este libro no solo documenta el dolor: muestra cómo, incluso en el colapso, la comunidad inventa caminos para sostener la vida.

–Indira Romero
Agradezco la oportunidad de participar en este libro a través de imágenes. Las fotografías entre las páginas 263 y 271 capturan la cotidianidad del 25 de octubre, el primer día después de Otis. Las calles eran ríos de ramas, cables y escombros. Casas y negocios cubiertos de hojas rotas. Las palmeras resistían; los árboles antiguos, no.
Las playas se volvieron cementerios de ruinas: restos flotando, bardas rotas, embarcaciones destrozadas. Y entre todo eso, los cuerpos.
Gritos ahogados. Búsquedas desesperadas de familiares, sin respuestas. Largas caminatas para hallar comida o agua. Nadie detenía a nadie.
¿Quién podía juzgar?
Algunos se fueron. Otros nos quedamos: a cuidar, a limpiar y a abrir caminos. Porque había que empezar, aunque fuera desde cero. En esos días no hubo diferencias. Todos habíamos perdido algo. Llegó la ayuda y con ella, soldados, soldados y más soldados.
Pasaron los días: polvo, olores, riesgo sanitario. Las largas filas por agua o comida eran alivio y resignación. La CFE y Telmex trabajando.
Y hasta hoy, los edificios heridos siguen en pie, recordándonos. Aún veo esa mirada perdida: incredulidad, miedo, vida. La veo hoy en otros desastres. Porque hay desaparecidos otra vez.
Este libro es memoria colectiva. Nos recuerda que solo la acción comunitaria puede reconstruir lo roto y exigir justicia.
– Daniela Regina
Agradezco al doctor Acuña por la invitación a participar en este libro y por abrir un espacio para reflexionar sobre el huracán Otis y las acciones colectivas que surgieron tras la tragedia.
Otis no solo reveló la fuerza de la naturaleza, sino también las profundas desigualdades de Acapulco. Aunque su impacto se relaciona con la ubicación geográfica, la magnitud del desastre estuvo marcada por condiciones preexistentes: infraestructura precaria, viviendas frágiles, pobreza, falta de servicios y desabasto. Desde ahí emergieron preguntas urgentes: ¿Cómo se distribuyó la ayuda?, ¿quién recibió apoyo primero y bajo qué criterios?
Los llamados “saqueos” no pueden reducirse a delincuencia; fueron, en muchos casos, expresiones de desesperación y falta de acceso a lo esencial. Frente a este escenario, surgieron respuestas comunitarias poderosas. Vecinos, grupos y colectividades —de forma espontánea u organizada— enfrentaron la emergencia, demostrando que la acción solidaria es una herramienta real de reconstrucción. La solidaridad fortaleció la cohesión social.
El libro también aborda dimensiones psicológicas y de género: el trauma, las pérdidas y el papel de las mujeres como cuidadoras y articuladoras del tejido social. En síntesis, esta obra nos recuerda que, ante la devastación, la acción colectiva y la memoria son los pilares que permiten reconstruir no solo espacios físicos, sino también identidad y esperanza compartida.
– América Bautista
Para mí es muy significativo ser testigo de la presentación de esta obra. En cada intervención reconozco un sentimiento compartido: el de quienes vivimos aquella noche devastadora. Hoy, al ver lo que ocurre en otras regiones del país, sentimos empatía profunda por quienes atraviesan lo que nosotros ya conocemos.
Sobrevivimos al huracán Otis de maneras distintas, pero nos unió el mismo dolor: ver destruido nuestro puerto, nuestras casas, sentir el llanto de vecinos y amigos. Este libro nos invita a reflexionar desde múltiples miradas. Cada capítulo es una voz que nos recuerda que la catástrofe no es solo destrucción, sino también una oportunidad para repensar la acción colectiva, la organización comunitaria y la responsabilidad institucional desde los derechos humanos y las ciencias sociales.
Esta obra fortalece la memoria y la conciencia social. La desgracia mostró lo que estaba mal, pero también lo mejor de las personas.
Desde la universidad, nuestro primer impulso fue encontrar a nuestros estudiantes, buscarnos, abrazarnos. Aprendimos y seguimos aprendiendo.
Hoy Guerrero vuelve a responder solidariamente, como lo hacemos con nuestros hermanos en Veracruz, Hidalgo o Puebla. Felicito a las autoras y autores que transformaron el dolor en conocimiento. En mis 38 años, ha sido la experiencia más dura, pero también una de las más dignas de ser contada.
– Kenny Acuña
Agradezco profundamente todos los comentarios, pero el verdadero reconocimiento pertenece a los compañeros y compañeras de la maestría: Bryan, Javier, Fernanda, Tatiana, Ángela, Rubí, Marimar, Daniela, Indira. Ellos hicieron todo lo posible para que esta obra se diera a conocer. Este libro se escribió desde el acontecimiento, desde el huracán mismo, no desde la distancia.
Aunque sea catalogada como una obra de divulgación, su propósito es claro: interpelar. No reducir la catástrofe a un fenómeno natural, sino mostrar que Otis reveló un orden social fracturado. Como sugiere la portada, no fue solo viento, sino la exposición de lo que ya estaba roto.
El libro rechaza el relato oficial: cuestiona la idea del saqueo como simple rapiña; critica la reducción de la participación ciudadana a trámites; confronta la visión que individualiza el dolor y niega su dimensión comunitaria; y denuncia la tendencia a ignorar el trasfondo histórico-político de las acciones colectivas.
Preguntamos: ¿podemos imaginar otra ciudad desde esas acciones mínimas, desde esa solidaridad mal vista pero real? ¿Podemos pensar la lucha social desde allí?
Trabajar con estudiantes ha sido una experiencia poderosa.
Ellos se toman el tiempo, sostienen ideales y las realizan. Allí está la potencia transformadora. Agradezco a la Universidad y a quienes abrieron el debate sobre crear centros de memoria. Es una idea que debemos asumir con seriedad.
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Referencia
* Acuña, J.K. (2025). Catástrofe y acción colectiva. Interpelaciones desde Guerrero: CEA-UAGro, 279 p. ISBN: 978-612-03-1361-9
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