Nelly y Enrique: reconstruirse tras Otis

 

Jesús Guerrero

Era noche del 24 de octubre de 2023, Otis estaba a punto de impactar en Acapulco, cuando Nelly Jaimes recibió una llamada telefónica de su madre María Fe desde Estados Unidos.

—Ya tranquila, estoy segura. Aquí voy a estar, ya no puedo salir a la calle, mañana te hablo muy temprano”— le prometió a su mamá como una forma de tranquilizarla.

Nelly escuchó la angustia de su madre y, no era para menos.

En Estados Unidos su madre escuchó a través de los medios de comunicación que un devastador huracán —categoría cinco— iba impactar en Acapulco y que lo podría desaparecer.

Esa llamada ocurrió aproximadamente a las 9 de la noche, a esa hora en Acapulco solo se registraba una ligera llovizna y un viento leve. Lo peor estaba por venir dos horas después.

Nelly integra el grupo teatral acapulqueño “Revolcadero”, vive en el cuarto piso de un edificio ubicado a unas cuadras del malecón de Acapulco, en el centro del puerto.

A dos años de vivir este episodio trágico, Nelly confiesa que pensó que esa noche iba a morir.

A las 11 de la noche empezaron a sentirse los efectos de Otis, los vientos eran sumamente fuertes.

Apenas había pasado 25 minutos del 25 de octubre, cuando Otis tocó tierra cerca de Acapulco con la categoría máxima en la escala Saffir-Simpson; registró vientos sostenidos máximos de 270 kilómetros por hora con ranchas de viento de 330 kilómetros por hora, según el Sistema Meteorológico Nacional (SMN).

A esa hora los habitantes de Acapulco estaban aterrorizados. El puerto quedó a oscuras. Solo había un ruido intenso: el silbido del viento.
En el departamento de Nelly, las ventanas volaron y su cama se movía de un lado a otro.

“No se podía llamar a Protección Civil porque ya no había señal de telefonía celular y la luz se fue; todo Acapulco estaba igual”, relata la actriz.

Nelly asegura que para ponerse a salvo de los vidrios que se despedazaban de su ventana se sentó hacia la pared protegida por las dos camas. Así los vidrios caían sobre los colchones.

El olor a gas que se salió de un tanque de la casa de un vecino provocó que Nelly se desmayara.

“Fue el fuerte olor a gas, pero también me agarró un ataque de pánico por todo lo que estaba viviendo sola en mi departamento. Pensé que ya no iba a sobrevivir”, dice.

Nelly despertó a las 7 de la mañana del 25 de octubre. Su cuarto estaba inundado y sus libros y plantas flotaban.

“La gente pensó que los que vivíamos en el edificio estábamos muertos o desaparecidos, pero yo todavía no reaccionaba y tampoco me imaginaba la tragedia”, sostiene.

Cuando Nelly salió a la calle se percató de la magnitud de la tragedia.

“La ciudad era un caos”.



El episodio trágico por la devastación de Otis, hizo que Nelly y sus compañeros Marianela Fiesco, Arturo Ibáñez, Víctor Castro, Héctor de la Vega y Miguel Ángel Sotelo, que integran el grupo teatral “Revolcadero” se pusieran a escribir un trabajo que resultó con la obra “Marca Otis. Particularidades de un Desastre”.

La obra se ha montado en Acapulco y Chilpancingo. Retrata los testimonios de sus propios protagonistas y de personas que tienen familiares desaparecidos tras Otis.

Además de actriz, Nelly es editora del periódico El Sur. Asegura que su compañera Marianela Fiesco ya había vivido una situación parecida con otro huracán que azotó Acapulco y el sismo del 2019.

“Juntamos nuestras historias y de familias que tienen personas desaparecidas, de los marinos y con eso escribimos la obra “, afirma.

De acuerdo a cifras oficiales, Otis dejó 51 muertos y 31 desaparecidos: de estos últimos 29 son marinos.

Los sitios donde más hubo personas muertas fue en la Base Naval, La Marina, Las Playas, Tlacopanocha y La Angosta.

Este viernes se cumplieron dos años de la devastación de Otis. Para Nelly, la fecha le provocan sentimientos encontrados.
“Por un lado estoy temerosa de que venga otro huracán y por otro lado me gusta vivir en Acapulco, porque me encanta lo que hago en el periódico y participar en proyectos de teatro, que sirvan para llevar un mensaje de aliento a la comunidad”, dice la actriz.

El grupo teatral “Revolcadero” propuso a las autoridades del municipio que organizan el festival de la “Nao China” participar con la obra “Marca Otis”, que se realizará del 9 al 15 de noviembre próximo, pero hasta el momento no han recibido respuesta.

Fue hasta el 27 de octubre, tres días después del paso de Otis, cuando Nelly pudo enviar un mensaje por su teléfono celular a su hermana, le pidió que le avisara a su mamá que estaba bien y que lo que había pasado en Acapulco “era una tragedia”.

 

“Sigo viviendo en pánico” 


Han pasado dos años de la tragedia de Otis y Enrique Meza Montano no olvida esos momentos de pánico que vivió la noche del 24 y madrugada del 25 de octubre.

La casa de Enrique está ubicada en la calle Jesús Carranza, a cuatro cuadras de la catedral “Nuestra Señora de la Soledad”. Pero esa noche ni la suerte divina doblegó a la naturaleza.

—¿Cómo han pasado estos dos años?

—Han sido muy tristes porque todavía no olvidó el dolor de esa noche que estaba solo en mi casa y encerrado en mi baño que me sirvió de protección.

Enrique es un empresario que días después de Otis se percató de que al igual que él muchas familias de diferentes partes de Acapulco no habían sido tomadas en cuenta por el gobierno para inscribirlas en el censo para recibir un apoyo.

Los No censados, como se llama la agrupación, se reunían en esos días después de Otis en el zócalo para recabar documentos y fotografías de sus viviendas dañadas.

“Fundamos la agrupación los No censados, con cerca de cuatro mil damnificados y entregamos un escrito a funcionarios de Palacio Nacional para pedir que se nos tomara en cuenta, pero hasta el momento a la gran mayoría no nos han dado ningún apoyo”, asegura el empresario.

Después de Otis, los gobiernos se paralizaron y provocaron el caos en las calles de Acapulco. Uno de los afectados doblemente fue Enrique, quien sufrió la devastación de su casa y el saqueo de su negocio, un bar ubicado a una cuadra del zócalo.

Desde las primeras horas del 25 de octubre, pobladores de diferentes partes del puerto se metieron a los centros comerciales y hasta pequeños negocios que encontraban a su paso para saquearlos, con el pretexto de que en los días siguientes se les acabarían los víveres.

El bar de Enrique no fue la excepción. Le robaron los refrigeradores y las cervezas.

Enrique dice que como muchos otros empresarios y comerciantes acudieron a préstamos para reabrir sus negocios. En su caso, logró un préstamo de 80 mil pesos que ya pagó.

Tras el paso de Otis, la vivienda de Enrique se quedó sin techo, ya que todas las láminas, su ropa y otros artículos personales volaron.

El empresario sufre desde niño una displasia ectodérmica por lo que no puede exponerse a altas temperaturas porque puede sufrir un derrame cerebral. Para no enfermarse evita estar bajo altas temperaturas.

Cuenta que en los días siguientes del huracán, sus vecinos le ayudaron a reparar el techo de su casa pero no ha podido regresar a vivir ahí porque aún faltan reparaciones.



“Sigo viviendo en la casa de unos familiares y del sitio donde tengo mi negocio me queda muy lejos y a veces se me dificulta tomar un taxi durante la madrugada”, asegura.

“¿Qué hemos aprendido como ciudadanos de Acapulco? Yo creo que nosotros sí tenemos claro que tenemos que tomar medidas preventivas cuando venga un huracán o un ciclón”, dice el empresario.

Considera que las autoridades de los tres órdenes de gobierno no han aprendido la lección, porque no reaccionan con prontitud en las emergencias que son derivadas por un fenómeno meteorológico.

“Las devastaciones que ocurrieron por las lluvias en Veracruz, Hidalgo, Puebla y Querétaro (que dejó muertos y daños materiales incalculables) es una muestra de que el gobierno no está preparado para proteger a la población”, sostiene.

A dos años de Otis, Enrique dice que no se va a mover de Acapulco a pesar de que muchas familias se han desplazado por miedo a los huracanes.

“Yo aquí me quedo. Total que más da”, afirma Enrique.