Caso Ayelin: feminicidio que sigue
sin resolverse
Jesús Guerrero y Emiliano Tizapa
Foto: Oscar Guerrero
Una jueza condenó a 40 años de prisión a cuatro responsables por el feminicidio de la menor Ayelín Iczae Gutiérrez Marcelo, pero a cinco años todavía falta que la Fiscalía General del Estado (FGE) detenga a otro de sus victimarios y encuentren 89 huesitos que faltan de su cuerpo.
“La Fiscalía a pesar de que tiene todas las herramientas y el equipo no ha encontrado los demás huesos de mi hija”, reprocha Flora Marcelo Rojas, mamá de la menor.
Flora dice que está valorando si impugna la resolución que emitió la jueza Mariela Soraya Alfaro Zapata, en la que dictó sentencia a Eliacer Casarrubias Juárez, Aurelio Guillermo Rodríguez, Hugo Guerrero Rico y Juan Pablo de la Cruz Reyes por el delito de feminicidio en agravio de su hija Ayelín.
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Es jueves 15 de octubre de 2020, Flora Marcelo Rojas se encuentra como a diario en su negocio de reciclaje de plástico, ubicado en la colonia 6 de Noviembre, cerca de la carretera federal Tlapa-Chilpancingo, a las afueras de la ciudad de Tixtla.
Flora tomó su celular y le marcó a su hija Ayelín Iczae, de 13 años. Son las 3:30 de la tarde. Flora le pide a Ayelín que vaya al negocio para que coman juntas, la niña accede, le dice que estaba haciendo su tarea, pero que enseguida va para allá.
Ayelín no está lejos del negocio de su madre, su pequeña vivienda de madera se ubica a un kilómetro de distancia en la colonia La Candelaria.
Ayelín, viste todavía parte del uniforme de la secundaria: pants gris, playera negra y tenis blancos. Ella sale de su casa pero no toma las calles de su colonia sino prefiere un atajo y, decide cruzar por una barranca conocida como Chichipico; camina por ella, se adentra, pero de ahí nunca sale.
A Flora no le extrañó que Ayelín no hubiera llegado para comer. Regresó a su casa alrededor de las 9 de la noche y fue hasta que se dio cuenta que Ayelín no estaba en casa. Flora decide salir a buscar a la casa del novio de Ayelín, que vivía en la misma colonia, pero cuando llega al domicilio se percata de que no están. Flora llama por teléfono a la mamá del adolescente, quien le responde que están en Hueyitlalpan, pero que Ayelín no está con ellos.
A las 11 de la noche del jueves, Flora denuncia con la Policía Municipal de Tixtla la desaparición de Ayelín y comienza la primera operación de búsqueda, pero sin éxito.
El viernes 16 de octubre, Flora presenta la denuncia ante la Fiscalía General del Estado por la desaparición de Ayelín. Ahí declara que la niña solía caminar por la barranca Chichipico y que por ello, fue el primer lugar donde exploraron hasta muy tarde.

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El caso de la desaparición de Ayelín resuena inmediatamente ante un Guerrero que es azotado por las primeras olas de Covid-19. La población está encerrada en casa, atenta a las redes sociales y los medios. El caso de Ayelín conmociona al estado.
A pesar de las búsquedas, Ayelín no aparece. Los vecinos de Flora se unen a la búsqueda. El viernes, sábado y domingo se suman estudiantes de la Normal Rural Raúl Isidro Burgos de Ayotzinapa, bomberos del municipio y de la Secretaría de Protección Civil estatal con apoyo con caninos de búsqueda y rescate. Pero nadie encuentra a Ayelín.
Según las declaraciones de Flora a los medios, se presume que Ayelín fue secuestrada. Flora dice haber recibido llamadas telefónicas donde le piden dinero por la liberación de Ayelín. Pero la Fiscalía no investiga, reprocha.

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Son las 8 de la mañana del lunes 19 de octubre. El padrastro y el tío de Ayelín deciden caminar nuevamente por la barranca Chichipico. No muy lejos de la casa de Flora, a 350 metros localizan el cuerpo de Ayelín.
Nadie da crédito. Por el mismo lugar donde habían recorrido una y otra vez buscándola, donde pasaron agentes caninos rastreando a la niña, han encontrado el cadáver. La indignación estalla. Todos piden justicia para Ayelín.
La Fiscalía de Guerrero después informa que en el lugar fueron hallados algunos de los restos óseos de la menor, como una pierna completa, otra semicompleta, un cráneo, los pies, calcetines y tenis, mientras que el resto de su cuerpo fue devorado por animales y que al menos tenía tres días de haber fallecido. También confirman que en los restos hallaron evidencias de golpes y violencia sexual.

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Flora Marcelo Rojas denuncia que sospecha principalmente de una vecina suya con la que desde hace años ha tenido problemas personales y que la ha amenazado constantemente, Sandra Iris Guillermo Molina, quiena además es policía municipal.
La alcaldesa de Tixtla en ese momento es la perredista, Erika Alcaraz Sosa, ella dice que hay inconsistencias, sospechas y presuntos responsables.
Asegura que Ayelín “nunca salió de la zona donde vive, no pidió auxilio, nadie escuchó ningún grito o algo que llamara la atención, por lo que se presume que ella conocía al agresor”.
El 19 de octubre, Alcaraz Sosa lanza a los medios que “hay una persona detenida en investigación, otra más de sexo femenino cuyo nombre circula en los medios, será requerida un día después”.

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El 1 de octubre de 2025, la jueza Mariela Soraya Alfaro Zapata, quien llevó el juicio por el feminicidio de la menor Ayelín Iczae Gutiérrez Marcelo, emitió el fallo condenatorio contra los cuatro acusados.
De acuerdo con el médico legista, Alfonso Ramírez Trinidad, el resultado de la necropsia determinó que la menor presentaba un desgarro genital. Aseguró que las lesiones que parecían mutilación no fueron causadas por los agresores, sino por fauna silvestre, es decir, animales que intervinieron después de la muerte.
Ramírez Trinidad añadió que Ayelín sufrió violencia sexual, pero las pruebas de ADN encontradas no corresponden a ninguno de los cuatro acusados. A pesar de ello, Alfaro Zapata no lo tomó en cuenta.
El fallo condenatorio se valió principalmente de la declaración de Azalia Guillermo González, calificada como testigo hostil debido a las contradicciones que mostró.
Según lo relatado por Guillermo González, el 18 de octubre ella pasó alrededor de las 9 de la noche por la barranca Chichipico, se detuvo a hacer sus necesidades fisiológicas y escuchó voces de varias personas, a quienes fingió no ver. Fue ahí que reconoció a Juan Pablo de la Cruz Reyes y Aurelio Guillermo Rodríguez, vecinos de su colonia, así como a Eliacer Casarrubias Juárez y Hugo Guerrero Rico.
Según la mujer, Juan Pablo y Aurelio cargaban dos costalillas de las que desprendía un olor fétido, por lo que pensó que transportaban un animal muerto y los vio vaciar el contenido. Sin embargo, fue hasta el otro día que se enteró del hallazgo del cuerpo de Ayelín en el mismo lugar y dedujo que los acusados eran los responsables.
La defensa de los acusados expuso que dicha declaración no debía tomarse en cuenta, debido a que Guillermo González posteriormente aseguró que nunca dio esa entrevista a la Fiscalía General del Estado (FGE), sino que fue trasladada a Chilpancingo por “dos policías vestidos de civil” en una fecha que no recordaba.ç
Guillermo González indicó que los policías la llevaron a unas oficinas y le pidieron firmar una hoja en apoyo a las búsquedas de Ayelín, por lo que negó haber acusado directamente a los cuatro involucrados.
A pesar de las inconsistencias recabadas por la Fiscalía que entonces encabezaba Jorge Zuriel de los Los Santos Barrilla, la jueza Mariela Soraya Alfaro Zapata dictó sentencia mínima de 40 años de prisión a los cuatro señalados.

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A cinco años de lo ocurrido, Flora Marcelo dice que la misma policía del municipio se burló de ella al decirle que a lo mejor su hija “se había ido con el novio” y, que las autoridades del Ministerio Público de Tixtla le dieron malos tratos e incluso la responsabilizaron de la desaparición de su hija.
Flora asegura que el pasado 22 de septiembre de 2025, Ayelín hubiese cumplido 18 años de edad.
“Nosotros pedíamos 60 años de cárcel a los cuatro, pero solo les dieron 40 años y además vamos a solicitar que la Fiscalía siga con las investigaciones ya que hay otro individuo que no ha sido detenido y que salió positiva en una prueba genética que se le encontró en el cuerpo de la niña”, dijo en entrevista Flora.
La Fiscalía realizó el levantamiento de los restos de Ayelín pero los hizo de manera incompleta ya que le faltó encontrar 89 de sus huesitos.
Derivado de la presión que realizó Flora y activistas feministas lograron que en febrero de 2022, 17 meses después del feminicidio de Ayelín, peritos de la Fiscalía General de la República (FGR) y la Fiscalía General del Estado (FGR) hicieran una jornada de búsqueda que duró cuatro días, pero no tuvieron éxito en la localización de más restos óseos.
“El hecho de que no se hayan recuperado los huesos del cuerpo de mi hija es un ejemplo de que la Fiscalía General no realizó bien las investigaciones”, dice Flora.
El caso de Ayelin quien estudiaba la escuela secundaria en Tixtla ha sido ventilado por organizaciones feministas que ubican a Guerrero como uno de los estados donde la violencia hacia las mujeres y niñas es la constante.
En 2017 se declaró Alerta de Género en los municipios de Acapulco, Chilpancingo, Coyuca de Catalán, Iguala, José Azueta, Ometepec y Tlapa y, en el 2022 —en el gobierno de la morenista, Evelyn Salgado Pineda— se amplió a Chilapa de Álvarez.
Flora dice que desde los primeros días en que ella protestó en las calles para exigir al gobierno la búsqueda de su hija empezó a sufrir amenazas.
Recordó que su ahora ex pareja sentimental fue privado de su libertad por miembros de un grupo criminal quienes le exigían que se declarara culpable de lo que le había pasado a Ayelín.
“Esa persona que fue mi pareja les dijo a esas personas que no se iba a declarar culpable y que si querían que lo mataran y al otro día lo dejaron en libertad”, contó Flora Marcelo.
Dijo que ella y sus dos hijas salieron de Tixtla y no van a regresar por miedo.
En estos años de exigir justicia, Flora tuvo que realizar protestas junto a otras madres que tienen hijos desaparecidos y asesinados durante más de año y medio durmiendo afuera de la Secretaría de Gobernación en la Ciudad de México, en el gobierno del ex presidente Andrés Manuel López Obrador.
“El gobierno nos invisibiliza”, dice Flora. La pérdida de su hija le cambio a ella y sus demás hijas sus sueños.
“Teníamos planes de estar juntas, divertirnos, ir a la playa. Ayelín quería estudiar en la Marina”.