La sal, el sazón de San Jeronimito, Petatlán

 

San Jeronimito es un pueblo costero en Petatlán, en la Costa Grande de Guerrero. Es un valle custodiado por el mar y la laguna. Es una tierra rica, donde se produce sal a gran escala.

La producción la realizan de manera orgánica, tradicional, sin ningún proceso químico que dañe al ser humano.

Antes de que el sol emerja, los integrantes de la Cooperativa de Productores de Sal de San Jeronimito alistan sus herramientas para ir a su finca, como llaman al espacio donde producen la sal. Son 76 socios activos y dependiente de esa producción 350 familias de manera directa.

La cooperativa fue constituida legalmente en 1942 y están a su cargo 875 hectáreas.

Cuesta trabajo creer que la sal no es parte de la canasta básica, pues su función es indispensable en cada mesa de los hogares del mundo, sin embargo en San Jeronimito es más que un condimento, es la que mueve la economía local.

La sal tiene un impacto directo en San Jeronimito: genera empleos y hace que fluya el consumo de productos. Los pobladores hablan de la abundancia de sus fincas y se refleja en los esbozos de sonrisa que disimulan quizás por pena.

Las fincas producen seis meses al año en la temporada de secas como comúnmente se les conocen. Su labor comienza a las 5 de la mañana cuando los primeros rayos de sol comienzan a tocar la tierra de este paraíso costero.

La faena comienza a esta hora porque a las 10 de la mañana es momento de parar: el sol abrazador al nivel del mar comienza a sofocar y los rayos queman la piel de los trabajadores. De seguir las consecuencias más leves pueden ser deshidratación, pero también lesiones en la piel y otras enfermedades.

A las 3, una cuadrilla de jóvenes entre risas, canciones y distensión palea la sal para verterla en costales, estos serán depositados más tarde en la bodega. El fin de la producción se aproxima por la temporada de lluvias y huracanes, por ello la premura.