Pese a excesiva seguridad, ganó
el desánimo en el Pendón
Jesús Guerrero y Arturo de Dios Palma.
“No hubo ánimo”, resume un ciudadano el Paseo del Pendón de este año.
Y esa es una forma efectiva para definir lo que pasó en el desfile con el que arrancó la celebración del bicentenario de la Feria de San Mateo, Navidad y Año Nuevo de Chilpancingo.
El Paseo del Pendón está caracterizado por ser multitudinario, es una costumbre que el domingo previo a la Navidad todo Chilpancingo se vuelque, que las calles se inunden, que corra mezcal sin medida, que las danzas y las bandas de música de viento marquen el ritmo a la ciudad. Que no haya ningún espacio, que sea una fiesta sin tregua.
Este año no fue así. Las calles por donde pasó el recorrido lucieron casi vacías, la presencia de los pobladores y visitantes fue muy escasa, muchos espacios estuvieron vacíos, muchas sillas quedaron sin ocupar, algo que en otros años era imposible: todos pelearían por una silla que los coloque en primera fila.

“Todos los años rento sillas para que vean el Pendón, siempre rento todas, pero este año apenas y renté la mitad”, dice un vecino de la calle Belizario Domínguez.
Esta vez, la música de viento compitió contra el sonido incesante de las hélices del helicóptero de la Policía Estatal. No hubo mezcal, no hubo cervezas. Este domingo, como había ocurrido durante casi dos siglos, Chilpancingo no se convirtió en una cantinota.

Lo que sí hubo fue exceso de policías y militares. Había soldados de la Guardia Nacional cada 50 metros, todos con armas de alto poder, listos para accionar. Si en el Pendón se hubiera armado un contingente de policías y militares sin duda hubiera sido el más numeroso, ninguno otro se le hubiera comparado.
La gobernadora, la morenista Evelyn Salgado Pineda y el alcalde, el priista, Gustavo Alarcón Herrera encabezaron el Pendón. Lo hicieron de forma hermética, blindados. Caminaron cuidados por lo menos dos vallas de escoltas vestidos de civil y por soldados de la Guardia Nacional GN que todo el tiempo impidieron que la gente se les acercara.
Las personas que lograban acercarse a los funcionarios fueron sacadas a empujones y codazos por los escoltas. Incluso, un escolta de la gobernadora agredió a la reportera del portal de noticias En Primer Plano, Itzel Urieta mientras hacía su trabajo: la empujó por la espalda y la tumbó a unos metros de Salgado Pineda.
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En un primer bloque iba la gobernadora y el alcalde junto al rector de la Universidad Autónoma de Guerrero (Uagro) Javier Saldaña Almazán; la Secretaria General de Gobierno, Anacleta López Vega; el Secretario de Educación, Ricardo Castillo; la Secretaria de Cultura, Aída Melina Martínez; la Secretaria de la Mujer, Violeta López Pino; el Oficial Mayor de la Secretaría de Administración y Finanzas, Ricardo Salinas, que en los últimos meses no se pierde ningún evento público para intentar promover su imagen.
Rubén Hernández Fuentes, coordinador operativo de la oficina de la gubernatura y esposo de la gobernadora así como Liz Salgado Pineda, presidenta del DIF estatal y María de Jesús Pineda, hermana y mamá de la mandataria estatal fueron parte de este primer contingente.
Detrás de este bloque iban la alcaldesa de Chilapa, Mercedes Carballo Chino y el edil de Atlixtac, Guillermo Matías Marrón quienes abandonaron el recorrido momentos después de que la gobernadora observaba las danzas en un templete instalado en la puerta del ayuntamiento en la avenida Benito Juárez.
Además del blindaje de escoltas, la gobernadora llevó su porra que todo el camino correó su nombre, que más bien pareció un mecanismo para contrarrestar cualquier grito de inconformidad.

Uno de los organizadores del Paseo del Pendón confirma que el contingente de policías y militares pudo ser el más numeroso. Dice que los cinco barrios tradicionales —San Mateo, San Antonio, San Francisco, Tequicorral y Santa Cruz— su participación fue muy reducida.
“Siempre mandan de 18 a 20 danzas, esta vez mandaron unas siete”, dice.
Pero esa reducción no sólo se notó en la participación de los principales barrios, los municipios invitados fueron mínimos y con contingentes reducidos.
Explica que no llegó el continente de Acapulco, de Iguala, de Taxco, de Zihuatanejo, de Quechultenango, de Zitlala y los que llegaron, afirma, lo hicieron con una o dos danzas.
“Ayer en la noche todavía no se tenía la certeza de qué municipios iban a participar, no había una lista establecida”, dice.

Un funcionario suelta una hipótesis sobre la poca participación: tanta seguridad, por tierra y por aire, provocó que mucha gente decidiera no salir a las calles.
“¿Si hay muchos policías allá afuera y un helicóptero con policías armados andan duro, pues mejor me quedó en mi casa, no?”, dijo.
—Hubo poca gente gobernadora —se le cuestionó en una brevísima entrevista que ofreció antes de instalarse en el templete.
—No es cierto, yo vi mucha gente que estaba en las calles —dijo pese a que la ausencia de la gente fue evidente.
No hubo ánimo, como definió el ciudadano. No hubo venta de cervezas y alcohol, el ayuntamiento lo prohibió, así como la instalación de cantinas en la feria. Sin embargo, el ánimo de la población lo fueron apachurrando poco a poco durante los últimos meses. La violencia y las irregularidades en la remodelación del recinto ferial impidieron que el bicentenario de la feria fuera una gran celebración.
En Chilpancingo nadie olvida que la noche del 24 de diciembre del 2024, fue asesinado el presidente del Patronato de la Feria de San Mateo, Navidad y Año Nuevo, Martín Roberto Ramírez Ruiz, cuando se preparaban para encabezar una de las celebraciones más significativas: el Teopancalaquis.

Y, menos olvida, que meses atrás su alcalde, el perredista Alejandro Arcos Catalán, fue hallado decapitado.
En las últimas semanas, todo fue incertidumbre. La violencia, la disputa entre el gobierno del estado y el municipal y el incumplimiento en la remodelación del recinto ferial, la provocaron.
En noviembre comenzaron las amenazas, la mañana del 27 la ciudad amaneció llena de lonas donde una presunta organización criminal pidió a la población que no asistiera ni al Pendón ni a la feria y, si lo hacía, que se atendieran a las consecuencias. La consecuencia: ataques armados.
También pidieron a los comerciantes que no se instalaran sus puestos porque les pasaría lo mismo. Los presuntos criminales dijeron que el ayuntamiento sólo quería realizar la feria para “juntarle” dinero a Los Ardillos.
Desde hace más de una década, la feria no sólo es una celebración popular, es un negocio para las organizaciones criminales que imponen el pago de una cuota a comerciantes, en los bares, en el palenque de gallos, en el jaripeo. También imponen la venta de droga.
Después de eso se vino una desbandada, muchos de los integrantes del patronato se ausentaron, los barrios tradicionales cancelaron su participación en el Pendón, grupos de danza hicieron lo mismo.

Mientras la celebración se derrumbaba, el gobierno del estado y el ayuntamiento se enfrentaron por la responsabilidad de garantizar la seguridad de la feria. Discutieron durante días en redes sociales hasta que definieron que sí abría feria.
Este viernes 19 de diciembre otra vez la ciudad amaneció con lonas colgadas en distintos puntos, la presunta organización criminal anunció que iba a permitir la realización de la feria pero advirtió que en caso de que se haya jaripeo o se instalen cantinas las va atacar.
Sin embargo, la celebración del bicentenario de la feria se va a realizar pero será fragmentada, dividida. Una parte se realizará en el zócalo, otra en un terreno en la zona sur de la ciudad.

Esta celebración no pudo ni tener lugar, el recinto ferial está en obra negra. En abril del 2022, la gobernadora y el entonces titular de la Sedatu, Román Meyer, pusieron la primera piedra de la remodelación del recinto ferial.
La obra fue presupuestada inicialmente con 269 millones de pesos, los trabajos comenzaron en estos tres años, por lo menos en unas diez ocasiones la obra se ha suspendido. En septiembre de este año, anunciaron un incremento presupuestal, 98 millones más y prometieron que el 6 de diciembre estaría listo. Eso no fue posible, la obra continúa inconclusa, tiene un 80 por ciento de avance.
Del recinto, lo único que está listo es la plaza de toros, donde este domingo concluyó el Pendón con el Porrazo del Tigre. Este año ganó el de Santa Cruz, pero lo hizo ante una plaza media vacía.