Testigos extintos

Samuel I Castro.

 

Hay un pueblo,
y un niño solo
se da la orden de invadir.

El niño asustado corre a su casa.

Empiezan los gritos,
se oyen dos idiomas,
chocan dos culturas.

Sólo una, dominará.


Comienza la confusión desesperante,
comienza el deseo de terminar.

Uniformes verdes se machan de rojo.

El niño escondido, ve la guerra por un ojo.

El niño ve sangre de inocentes en las calles.

El niño ve la guerra llena de crueldad sin razones.

Alguien perdió, uno de los dos.

El niño sale de su casa,
por las calles, cerca de la plaza.

La muerte, se manifiesta con su vida.

Existe el pueblo después de todo,
pero el niño,
el testigo, ya no está.