Por: Jesús Guerrero, Emiliano Tizapa Lucena y Arturo de Dios Palma
Félix Salgado Macedonio busca reelegirse como senador de la República. Anda en campaña. La campaña no tiene nada que ver con la que hizo hace tres años cuando buscaba ser gobernador. Ahora apenas y entusiasma a los suyos: sus colaboradores, su porra, los funcionarios del gobierno del estado y… los que aún tienen la esperanza que les dé un trabajito.
A sus mítines, personas —ciudadanos de pie— muy pocas se acercan, las canchas deportivas, donde regularmente los realiza, apenas y llegan a la mitad. La campaña no jala. No entusiasma.
Hace tres años, la campaña fue diferente, pero no porque fue buena. No. Félix Salgado la encabezó en medio de la polémica. Comenzó con la filtración de una denuncia penal. Una de sus trabajadoras del periódico La Jornada Guerrero —del cual adquirió la mayoría de las acciones después de que fue alcalde de Acapulco— lo acusó ante el Ministerio Público de haberla violado sexualmente.
La acusación lo persiguió, Morena optó por sostenerlo como su candidato. El presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, lo protegió cada vez que pudo desde su conferencia matutina. Finalmente, el Instituto Nacional Electoral (INE) le canceló la candidatura por un argumento casi inverosímil: por no haber comprobado sus gastos de precampaña.
De inmediato, su hija mayor, Evelyn Salgado Pineda, tomó la candidatura, se hizo nombrar la Torita, para vincularse con el mote de su padre: el Toro sin cerca.
En la campaña, Félix Salgado y Evelyn Salgado prometieron de todo: que se acabaría la corrupción, que Guerrero se transformaría, que se atenderían las causas que generan la violencia, que Guerrero sería un santuario para las mujeres, que habría obras.
Evelyn Salgado ganó la gubernatura, pero Félix Salgado tomó el control de la administración estatal: desde el trabajador más modesto hasta el funcionario de más alto nivel, él los ha nombrando. En el gobierno de su hija: están sus amigos, sus colaboradores más cercanos y sus socios.
A tres años, uno esperaría que la principal bandera para la reelección de Félix Salgado fueran los logros del gobierno que encabeza su familia. Pero no es así.
Ha preferido omitir de su campaña el gobierno que, legalmente, encabeza su hija. Lo ignora como si Guerrero no fuera gobernado por Morena y, sobre todo, por su hija. Lo que no ignora son los recursos del gobierno del estado, esos sí no.
En todos sus mítines, Félix Salgado de pasada, pero muy de pasada, menciona el gobierno de su hija. En sus discursos la mención que hace no dura más que tres o cuatro segundos.
Por ejemplo, el domingo 28 de abril, en la cancha de baloncesto del fraccionamiento Colibrí, en Chilpancingo, Félix Salgado comenzó su discurso a las 12:28 de la tarde y 40 minutos después lo terminó.
Mencionó el gobierno de Evelyn Salgado en tres ocasiones, todas de forma tímida, sin la intensión de detenerse.
La primera la hizo al minuto. Pero lo hizo casi obligado. Minutos antes, los vecinos del fraccionamiento exhibieron cómo los gobiernos de Morena no se habían materializado en su colonia. Los vecinos pidieron paz, poder salir a trabajar con tranquilidad y también agua porque quieren irse a trabajar bañados.
Félix Salgado comenzó su discurso diciendo que los vecinos tenían el derecho a reclamar ante la falta de resultados y le pidió a la gente que asistió al mitin: sus colaboradores, su porra, los funcionarios del gobierno del estado y… los que aún tienen la esperanza que les dé un trabajito, que no se enojaran ante los reclamos de los pobladores.
La reprimenda de Félix Salgado a los suyos llegó demasiado tarde, cuando los vecinos reclamaban que no tenían agua, que no había seguridad, la porra del senador actuó más como una turba que buscaba avasallar los reclamos. Un reclamo y de inmediato una porra: “!Félix, Félix, Félix!”. Félix Salgado no los detuvo en ningún momento, dejó que la turba avasallara a los vecinos. No se inmutó ante las rechiflas de los suyos contra sus posibles votantes.
Y no se inmutó porque resultó evidente que todo así estaba planeado, de manera sincronizada salían las porras por los megáfonos, los gritos, las rechiflas. Contra las críticas tolerancia cero, la turba avasalladora.
Al inicio la turba estaba como desconectada, a las primeras críticas no reaccionó, pero ahí estaba la subsecretaria de Promoción y Vinculación Social de la Secretaría del Bienestar, Hilda Ruth Lorenzo Hernández, quien de inmediato sacó de la somnolencia a la porra.
Se movió de su lugar para reagrupar a la porra y la instrucción fue clara: gritar hasta avasallar. Desde ese momento, la porra no dejó pasar una a los vecinos: crítica, porra, crítica, rechifla, crítica, gritos.
!Qué buena vinculación social hizo la subsecretaria!
Y también quedó claro cuáles son las lealtades de la funcionaria: su lealtad es con su jefe político, con el que le dio el trabajo y no con el pueblo que le paga su salario.
La primera mención del gobierno de su hija, Félix Salgado la hizo casi casi obligado por las circunstancias.
[Un paréntesis. Esta escena tenemos que contarla. Es elocuente, explica quienes son los que nos gobiernan. En el mitin del fraccionamiento Colibrí estuvo el candidato de Morena, PT, PVEM, por el distrito federal 07, Carlos Sánchez Barrios. Esta es la tercera vez consecutiva en la que se postula a ese cargo, dicho de otra forma: quiere reelegirse por segunda vez. Desde el 2018, nadie lo ha podido mover de ahí. Bueno, sin tanto rollo. El ex priista hizo su principal propuesta: va a proponer que se reduzca a 18 años la edad para que un joven pueda ser electo como diputado federal. Las preguntas del millón: ¿Cuándo Sánchez Barrios dejará de postularse? ¿Cuándo le dará un chance a un joven? ¿Tendrá caso que la edad mínima sea 18 años si existen políticos viejos, como Sánchez Barrios, que se aferran tanto al hueso? Sin tener este dato presente, la intervención del ex dinosaurio priista a favor de los jóvenes, hubiera resultado muy tierna].
La segunda mención de Félix Salgado sobre el gobierno de su hija, la hizo media hora después. Habló de una universidad que fundó, en Tlacotepec, la cabecera municipal de Heliodoro Castillo, en la Sierra del estado. La mención no duró ni cinco segundos.
Antes, Félix Salgado ocupó casi 20 minutos para hablar de los “logros” del gobierno de López Obrador. Hizo una comparación de la administración del morenista con la de Ernesto Zedillo, Vicente Fox, Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto.
De Zedillo dijo que endeudó al país con el Fobaproa; de Fox dijo que era un viejo que quiere su pensión; de Calderón que desató la violencia en la que estamos sumidos y de Peña Nieto dijo que fue uno de los gobierno más corruptos.
De López Obrador presumió la construcción del Tren Maya, la refinería de Dos Bocas y el reparto de dinero en mano a través de los programas sociales.
En el tema de la violencia, dijo que López Obrador halló el país en llamas y que se dedicó a atender las causas.
¿De verdad atendió las causas?
Para Acapulco, la principal ciudad de Guerrero y la más violenta, López Obrador no propuso otra cosa que la militarización. En este momento, se construyen 30 cuarteles de la Guardia Nacional, es decir: más soldados, más armas, igual a más violencia.
En el sexenio de López Obrador en Acapulco no se atendieron las causas. Tras cinco años de gobierno lopezobradorista el puerto sigue con una sola biblioteca, con un solo centro cultural, con sus dos unidades deportivas y con sus dos hospitales generales. Todo eso para una población de 800 mil habitantes.
Tampoco atendió la pobreza, en el Informe de Pobreza y Evaluación 2022: Guerrero, elaborado por el Coneval, señala que en 2022 Acapulco tenía 394 mil 861 personas en situación de pobreza y, de esos, 126 mil 672 enfrentaban situación de pobreza extrema, mientras su población total era de 757 mil 367 habitantes.
Tras el paso del devastador huracán Otis, esa pobreza se agudizó aún más.
Félix Salgado, en cambio, no hizo una comparación de su hija con los anteriores gobernadores. Hubiera estado bueno que hubiera dicho que el gobierno de Zeferino Torreblanca Galindo quedó marcado por el asesinado de Armando Chavarría; que el de Ángel Aguirre Rivero por las masacre contra normalistas de Ayotzinapa y que el de Héctor Astudillo Flores pasó sin pena ni gloria, que más gris que el cielo nublado.
¿Por qué no hace esa comparación? ¿Por qué no hay nada que presumir? ¿Por qué el gobierno de su hija es idéntico al de Torreblanca Galindo, Aguirre Rivero y Astudillo Flores? O ¿Peor?
A tres años, todos esperaríamos que la principal bandera de Félix Salgado para volver a pedir votos sería precisamente el gobierno de su hija.
Uno imaginaría que en sus mítines tendría que decir: “¿quieren que sigamos combatiendo la corrupción?”. Pues voten para que la familia Salgado siga. “¿Quieren más obras?”. Pues voten por nosotros. “¿Quieren que siga la pacificación del estado?”. Pues ya saben cuál es la opción.
Félix Salgado no se atreve a presumir el gobierno de su hija como lo hace con el de López Obrador. Y tiene razón, de entrada porque no hay nada que presumir y, dos: es preferible hablar lo menos posible porque el balance siempre será negativo.
En el gobierno de su hija no se combate la corrupción sino todo lo contrario, estamos ante un gobierno de amigos, socios y parejas sentimentales. Sería bueno que de una vez por todas, la gobernadora no explicara cuál es el papel real de su pareja sentimental, Rubén Hernández Fuentes en el gobierno. ¿Es sólo su jefe de su oficina o el verdadero operador de toda la obra pública?
En el gobierno de su hija, la violencia y la operación de las organizaciones criminales, al parecer, no tienen límites. Sólo este año, Guerrero ha experimentados uno de sus momentos más complicados en el tema de la violencia y la inseguridad. Tres de las principales ciudades han colapsado: Acapulco, Chilpancingo y Taxco se han paralizado por asesinatos, ataques y amenazas contra choferes del transporte público.
En los tres casos, el gobierno de Evelyn Salgado ha actuado de forma negligente, tardía. Ha permitido que poblaciones enteras queden en el desamparo, a merced de los criminales.
En el gobierno de su hija, han ocurrido violaciones graves a los derechos humanos: la noche del 7 de marzo, policías estatales asesinaron al normalista de Ayotzinapa, Yanqui Kothan Gómez Peralta.
Lo primero que hizo el gobierno de Evelyn Salgado fue mentir y luego proteger a los asesinos. Permitió que se alterara la escena del crimen, luego que sus funcionarios criminalizaran a Yanqui Kothan y también permitió que el policía que disparó contra el normalista se fugara cuando era resguardado en la Secretaría de Seguridad Pública.
Semanas después, en Taxco se vivió el horror: Camila, una niña de ocho años, fue secuestrada y luego asesinada. Al día siguiente, ante la negligencia de todas las autoridades, una turba enardecida linchó a los presuntos responsables.
El gobierno de Evelyn Salgado no hizo nada ni para evitar el secuestro de Camila, ni su asesinato, menos en el linchamiento de Ana Rosa, mujer acusada del feminicidio.
En el tema de violencia, es evidente el retroceso, según datos del gobierno federal, en los últimos tres años Guerrero pasó del décimo al quinto lugar en homicidios dolosos.
Con Evelyn Salgado se abrieron varias disputas en distintos puntos de Guerrero y casi todas encabezadas por una organización criminal, la Familia Michoacana.
Esta organización criminal desde que llegó la familia Salgado al poder ha experimentado una expansión. Hasta hace tres años, sólo operaba en la región de la Tierra Caliente, ahora se mueve prácticamente en todo el estado. ¿Quién le dio esa libertad? ¿Quién los apoya en tantas batallas simultáneas?
En el gobierno de su hija, no hay crecimiento económico, no hay inversión, no hay obra pública. Retamos a Félix Salgado a que en un mitin diga cuál es la obra más importante que a tres años ha realizado el gobierno de su hija, sin colgarse de la administración de López Obrador. ¿Cuál? ¿La biblioteca del Congreso local? ¿Un hospital? ¿Cuál?
La tercera mención la hizo casi al final, otra vez unos segundos, no profundizó el comentario.
Como lo dijimos antes, Félix Salgado en sus mítines ignora el gobierno de su hija, pero no los recursos de su gobierno. El domingo, 28 de abril en la cancha de baloncesto del fraccionamiento Colibrí, llegó el secretario del Bienestar, Pablo Andre Gordillo Oliveros; la subsecretaria del Bienestar, la que la hizo de jefa de la porra; el subsecretario de Finanzas y Administración de la Secretaría de Educación, Alejandro Moreno Lira; el jefe de la Agenda de la Oficina de la gobernadora, Augusto César Cruz Castillo y el director del Conalep, Víctor Alejandro Ocampo Dionicio.
A su defensa, dirán que era domingo, su día de descanso, que tienen vigentes sus derechos políticos y toda esa verborrea.
¿Guerrero no merece que los funcionarios le dediquen al cien por ciento de su atención? ¿Los funcionarios de un estado como Guerrero no deberían estar más preocupados por resolver los problemas —que son muchos— antes de andar de porristas?
Félix Salgado prefiere callar sobre el gobierno de su hija por una simple razón: porque él es uno de los principales responsables del atolladero en el que metieron a Guerrero.
Chirrionazo. Hablando de la gobernadora, el pasado jueves durante la primera sesión ordinaria 2024 del Consejo Estatal de la Agenda 2030, Evelyn Salgado Pineda mostró en sus redes sociales una serie de fotos de la reunión.
Evelyn presumió trabajar para cambiar el “rumbo de Guerrero”, evaluar proyectos para garantizar los derechos humanos de las y los guerrerenses, “priorizando el combate a la pobreza” entre otras cosas.
Sin embargo, en unas de las fotografías la gobernadora luce un collar Sautoir Vintage Alhambra, 20 motivos, de la marca Van Cleef & Arpels, que está valuado en 18 mil 200 euros, es decir, unos 331 mil 804 pesos dependiendo el tipo de cambio al momento.¡Vaya austeridad republicana la que lleva a cabo la gobernadora en Guerrero!