Arturo de Dios Palma, Emiliano Tizapa y Jesús Guerrero

A un año de la devastación del huracán Otis, categoría cinco, Acapulco está sumido en una crisis económica, turística, de seguridad, ambiental y urbanística. No se cumplió un año cuando el huracán John mostró la vulnerabilidad del puerto: cinturones de pobreza y zonas donde nunca se debió construir quedaron de nuevo devastadas.

A pesar de que John no destruyó toda la zona Dorada y Tradicional de Acapulco, los turistas siguen sin llegar y, por ende, hay muchos desempleados y no hay dinero. Detuvo la emergente recuperación tras Otis.

Para miles de familias aquella noche del 24 y la madrugada del 25 de octubre aún no concluye. El gobierno del ex presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, nunca informó el número real de muertos ni de los desaparecidos. Oficialmente 52 personas fallecieron y 32 desaparecidos, de éstos últimos 17 fueron hallados.

Las familias de los tripulantes de embarcaciones hundidas en el mar que no regresaron, este año ha significado remar contra la marea porque las hijas e hijos, las madres y los padres, los hermanos y las hermanas quedaron a la deriva legalmente.

A un año de Otis es necesario preguntarse: ¿Los acapulqueños, los guerrerenses, los empresarios, los políticos y los gobernantes aprendieron algo? Algunos sí, pero la mayoría no.

Sin embargo, empecemos por lo más evidente. México, dicen los especialistas, no cuenta con radares meteorológicos que sirvan para detectar y monitorear los fenómenos naturales especialmente en el Pacífico.

Los datos que hay son remanentes de los radares, satélites y caza huracanes de Estados Unidos, que analizan cierta parte del país con el objetivo de prevenir la llegada de fenómenos meteorológicos a su territorio. Como resultado, no hay suficientes datos hidrometeorológicos en tiempo real para México.

Algunos analistas han señalado que Otis no evolucionó de categoría 1 a 5 en la escala de Saffir-simpson en 12 horas sino que desde la madrugada del 24 de octubre ya tenía la fuerza con la que impactó tierra, simplemente no se tenían los datos necesarios para detectarlo y fue hasta ese día cuando Estados Unidos envió caza huracanes y confirmó que el meteoro era de gran inmensidad.

¿El gobierno federal ya invirtió en radares o compró un caza huracanes para el pacífico mexicano?

El oceanólogo Efrén Ernesto García Villalvazo en el Paseo del Pescador en Acapulco. Foto: Emiliano Tizapa

Para el oceanólogo por la Universidad Autónoma de Baja California, Efrén Ernesto García Villalvazo, quien vivió Otis en su casa en el barrio de Manzanillo, en Acapulco todos pensaban que no pasaría un desastre natural de esa magnitud, incluso, algunos creían la leyenda urbana que por la forma de la bahía estaban protegidos de tsunamis y de los huracanes. Otis demostró lo contrario.

García Villalvazo ha identificado características particulares de Otis; como que entró directamente a la bahía de Acapulco, cuando los archivos de la trayectoria de los últimos 100 años de huracanes indican que todos pasaban a 50 o 100 kilómetros de Acapulco, a lo largo de la costa dejando lluvias.

El viento de Otis también fue singular, entró por el este de Acapulco, subió por la zona Diamante, brincó el cerro de Las Brisas por arriba de la Base Naval y entró a la bahía, cruzó hasta el Club de Yates.

Por ello, las embarcaciones quedaron amontonadas hacia un solo lado. Las personas que se quedaron en sus embarcaciones estaban condenadas desde un principio. Algunos sobrevivientes relataron que en un primer momento el viento los metió mar adentro y después el huracán los trajo de regreso o los estrelló hacia la isla de La Roqueta.

Los árboles se quedaron sin hojas, el parque El Veladero quedó “pelón”. La mayor parte del daño estuvo concentrado en una zona densamente poblada. Otis evidenció que nadie en Acapulco sabía cómo enfrentarlo. El viento hizo vibrar las casas, tanto que hubo quienes pensaron que estaba temblando.

Otis también fue raro por la rapidez con la que devastó el puerto, dos horas y media le bastaron cuando en promedio un huracán tarda de cuatro a seis horas; hubo pobladores que contabilizaron cinco minutos de calma, es decir, el ojo del huracán.

Parte del parque El Veladero, a un costado de Las Brisas, el cerro todavía se observa sin vegetación. Foto: Emiliano Tizapa

La comunicación quedó echa trizas, eso fue desmoralizador para los pobladores; quedarse sin red de teléfono celular, los pobladores caminaron tres o seis horas para buscar señal telefónica y comunicarse con sus familias, así como por agua potable, alimentos y energía eléctrica.

García Villalvazo dice que el hielo se convirtió en un elemento estratégico, en un siguiente ciclón de las mismas magnitudes, el gobierno debe instalar generadores eléctricos en las fábrica de hielo y en potabilizadoras de agua.

Tras Otis, reconoce el oceanólogo, Acapulco debió convertirse en un aprendizaje nacional e internacional.

No hay gobierno que tenga dinero para enfrentar con despensas y con enseres estos desastres, “nos tocó a nosotros, pero al rato le puede tocar a Nayarit, Jalisco o a Chiapas, es imposible estar restaurando ciudades enteras”.

“¿Cuál fue el aprendizaje? Siento que no hubo mucho, yo espero demasiado de la gente. Tras mi primera vuelta en la Costera, ver todo devastado, dije esto es una mina de oro, para que un grupo de arquitectos venga, capture lo que pasó en las edificaciones, relacionado a su orientación, las ventanas implotaron, pero no. La gobernadora (Evelyn Salgado Pineda) publicó un reglamento muy sencillo, va a ayudar, pero podías haber esperado mucho más teniendo tantos ejemplos de donde aprender”.

“Yo no veo que se haya elaborado un documento que diga estas son las recomendaciones para vivir en Acapulco después del Otis y después de John”.

A un año de fenómeno, la mano de obra y el costo de los materiales de construcción se elevaron 70 u 80 por ciento, actualmente contratar un trabajador de la construcción es difícil, costoso y hay que esperar meses para contruir una simple barda o colocar un techo.

En el ordenamiento urbano, Acapulco se quedó pasmado; no retiró de las zonas de riesgo a la población, con John muchos damnificados perdieron los enseres domésticos que entregó el gobierno federal por Otis; las autoridades no desasolvaron arroyos, lagos, lagunas y calles.

Tampoco se delimitó El Veladero, durante el año hubo incendios incontrolables principalmente para la invasión de terrenos tanto por personas de escasos recursos como de muchos recursos.

Las zonas que se inundaron dos veces en menos de un año evidenció que se construyó con impunidad y corrupción, gente muy humilde y gente muy rica perdieron su patrimonio.

Todo porque funcionarios federales, estatales y locales cambiaron el tipo uso de suelo de agrícola en un sistema de vasos comunicantes y lo rellenaron para levantar la zona Diamante.

“¿Cuánta gente de aquí de Acapulco compró esas casas? Ninguno, porque sabíamos que se inundaban. ¿Por qué desarrollaron ahí? Porque eran terrenos muy baratos, ¿por qué eran baratos? Porque se inundaban”, dice García Villalvazo.

Un dato, Acapulco actualmente está cambiando la red de drenaje, principalmente en la Costera Miguel Alemán, sin embargo, en el puerto se acumulaba en un año mil 200 litros por metro cuadrado de lluvias, solo con John se registró, en cinco días, 950 litros por metro cuadrado.

A pesar de ello, la gente padece de agua, porque la ciudad no está preparada para recolectar agua de lluvia. Y el municipio tiene un sistema colapsado por la corrupción.

Fernando Robledo, gerente del Hotel Playa Suite, asegura que aún falta restaurar dos pisos y algunos cuartos. El hotel se quedó sin muebles por Otis y los nuevos todavía no llegan para tener listo todo el hotel.

Actualmente tienen 450 cuartos disponibles de 488, que hasta antes de John se llenaban todos los fines de semana.

“Acapulco requiere mucha ayuda, pero la zona hotelera, la zona Dorada, que llamamos Acapulco Tradicional estamos listos para recibir a la gente, sin embargo, la gente le dio miedo venir, la ocupación ha sido a partir de John extremadamente mala”.

Fernando Robledo ve que el puerto tiene que replantearse cómo va a sacar la cantidad de agua que por ejemplo trajo John.

“Acapulco no está preparado para las lluvias que nos están llegando, por un lado sí están haciendo importantes inversiones en la parte hidráulica sobre todo en desagües, pero lo que están haciendo es para subsanar lo que no se había subsanado por 50 años de que tuvimos el mismo drenaje, entonces es muy bueno porque va a ayudar pero no es para solucionarte el problema”.

Otro empresario hotelero de Acapulco, Jorge Laurel, es más optimista, espera que para el 20 de diciembre, Acapulco reciban a los visitantes y que de los 20 mil cuartos que había antes de Otis, haya una oferta de 11 mil 500 disponibles.

De fondo una embarcación encallada, por delante embarcaciones en el mar de Caleta. Foto: Emiliano Tizapa

Sostiene que el plan para que Acapulco esté en condiciones de operatividad son de tres a cinco años y a largo plazo, en 10 años la ciudad estará renovada, adaptada a los fenómenos naturales.

Además, cuenta hay un proyecto entre empresarios locales y nacionales, encabezado por Rodrigo Herrera Aspra, fundador y socio principal de Genomma Lab, con el proyecto “Acapulco Brilla”.

El plan es a 50 años de inversión en Acapulco para relanzarlo y convertirlo en el mejor destino turístico del mundo. Detrás de ellos está el empresario Carlos Slim Helú. La intención de fondo es comprar terrenos a bajo costo e invertir en nuevos atractivos turísticos.

Para que llegue esa inversión, asegura Jorge Laurel, se deben asegurar condiciones básicas de seguridad; el saneamiento de la red hidrosanitaria, sanear las playas de la bahía de Acapulco, playa Revolcadero, Puerto Marqués y Pie de la Cuesta; el mejoramiento del transporte público con diferentes modalidades, además del Acabus, un cablebus y  la conectividad vía marítima de Caleta a Puerto Márques”.

García Villalvazo también se ha involucrado en el proyecto, es más claro, Carlos Slim “no es madre de la caridad ni nada por el estilo” a Acapulco llega a invertir y a ganar dinero.

El proyecto contempla una inversión de 21 mil millones de pesos para 90 proyectos, entre ellos parques recreativos, un funicular, los taxis acuáticos, un acuario y museos.

En un año, las autoridades federales y estatales han demostrado que recuperar Acapulco no está en sus planes. ¿Convendrá a los acapulqueños empeñar sus tierras a manos de nuevos inversores para sacar al puerto de la crisis?

Las playas de Acapulco están vacías, con pocos vendedores y prestadores de servicios. Foto: Emiliano Tizapa

Mientras la inversión se concreta, decenas de prestadores de servicios turísticos no tienen clientes, las playas están vacías. Los yates de recreo que sobrevivieron siguen parados y otros siguen encallados. Las zonas empobrecidas siguen sin servicios básicos como agua potable, recolección de basura, educación y salud.

La violencia además no se detiene, ni en las zonas rurales, en las conurbadas y en las turísticas. Los cobros de cuota siguen. Así como los incendios de locales en el Mercado Central. Quienes viven en zonas inundables lo siguen haciendo. Todos los días hay bloqueos de pobladores insatisfechos por los apoyos nulos y limitados de un gobierno que dejó la vara muy alta con el gobierno de Obrador, entregando dinero, despensas y enseres. Hoy no hay nada de eso.

¿Quién invierte dinero en esas condiciones?, ¿vale la pena rescatar Acapulco?, ¿de verdad con la construcción de cuarteles de la Guardia Nacional se garantiza la seguridad?

La herida sigue abierta para todos, para los sobrevivientes del mar, para los familiares de desaparecidos y de los fallecidos. Todos buscan el desahogo, aprietan los labios y la garganta se endurece, los ojos se mojan solo de recordar lo que vivieron.

La incertidumbre ambiental está recuperándose, pero en el fondo del mar es otra cosa. De acuerdo con una solicitud de información a la Marina Armada de México, ha retirado de la bahía de Acapulco 211 embarcaciones. Sin embargo, no por búsqueda sino que los propietarios les dijeron donde estaban y pidieron su ayuda para retirarlas prácticamente de la orilla.

Actualmente hay esfuerzos ciudadanos que están por retirar embarcaciones, pedazos de naves de fibra de vidrio, un contaminante que a largo plazo se convierte en una bomba de tiempo.

Esos esfuerzos son lentos pero ya se ha sondeado el fondo del mar; dos mil hectáreas de la bahía de Acapulco, el objetivo hacer una base de datos por tamaño de las embarcaciones y los pedazos para posteriormente retirarlos con un dragado especial.

Una fuente que pidió el anonimato, reveló que tras Otis, acudió gente extraña a quienes les interesaba sacar algunas embarcaciones.

“Había cosas complicadas en los barcos, no solo iba gente y cañas de pescar, se usan pa’ muchas cosas. Si encuentras cargas esta mal, si encuentras cadáveres va estar mal. Mejor esperamos, y pasó, entraron grupos, tomaron control del Club de Yates, eso pasó, cuando dejaron de tener interés quiere decir que ya habían encontrado todo”.

Mágico Mundo Marino en Caleta, está en construcción el puente. Foto: Emiliano Tizapa

Chirrionazo. No cabe duda que el alcalde de Chilpancingo, Gustavo Alarcón Herrera no olvida que su origen político es la vieja guardia. Resulta que una de las primeras acciones que realizó el edil fue rendirle un homenaje a la ex alcaldesa Magdalena Vázquez de Huicochea quien gobernó esta capital cuando era gobernador de Guerrero nada más y nada menos Rubén Figueroa Figueroa, allá por la década de los setentas. Si el represor de Figueroa Figueroa viviera estuviera contento viendo a sus dos pupilos.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *