Acapulco, la lección que dejó Otis
ante otro huracán

Arturo de Dios Palma y Jesús Guerrero.
Hace casi dos años, el huracán Otis, categoría cinco, casi destrozó Acapulco. A todos los agarró desprevenidos, confiados, al parecer el impacto del fenómeno dejó una lección entre los acapulqueños. Todo el miércoles fue de preparativos para recibir el huracán Erick, que según las autoridades, podría impactar en costas de Guerrero en categoría cuatro.
Toda la ciudad se movió entorno al arribo del huracán. La cotidianidad se rompió y volcó a los preparativos. De hecho comenzaron una noche antes. Todas las tiendas de autoservicio se abarrotaron: decenas y decenas de acapulqueños salieron a comprar víveres: agua, huevo, arroz, frijol, papel higiénico, jabón. Hicieron filas de hasta más de una hora. No hubo control: algunos se llevaron mucho de todo y otro muy poco de todo.
Lo mismo pasó en las gasolineras, automovilistas las abarrotaron para llenar sus tanques.
Este miércoles, las tiendas amanecieron con desabasto, en muchas los anaqueles de huevos, aceite, arroz, verdura estaban vacíos. En las gasolineras todo se vio normal, eran las filas habituales.
Todos se prepararon, pero no sólo eso, esta anticipación puede que haya desactivado la rapiña generalizada que se vivió después del impacto de Otis, donde turbas imparables saquearon casi todas las tiendas de todo tipo. Ahora, las autoridades parece que también aprendieron la elección: desde la noche del martes la mayoría de las tiendas estaban resguardadas por policías estatales y soldados de la Guardia Nacional. Y así se mantendrán para evitar la rapiña.
En la Costera Miguel Alemán a simple vista todo se ve normal, pero no. La tranquilidad fue engañosa. El miércoles significó horas de espera. A la 1 de la tarde, en los restaurantes los trabajadores comenzaron a apilar las sillas, las mesas, los manteles, desmontaron bocinas, televisores, en otros casos a taparlas con plásticos. Unos nadamás bajaron sus cortinas; otros, en cambio, vaciaron sus locales, en camionetas de mudanza se estaba llevando parte de su inmobiliario.
Los trabajadores cerraron, eso sí, con la incertidumbre de no saber cuándo volverían a abrir.
“La indicación es que cerremos, que mañana (jueves) no se va abrir y hasta nuevo aviso”, dice un mesero de uno de los muchos restaurantes que apenas están resurgiendo tras el paso de los huracanes Otis y John.
La recuperación tras Otis y Jonh han sido complicadas, lentas y han costado muchos empleos. De hecho toda la ciudad es un recordatorio de todo lo que aún falta por reparar, por reconstruir. Sólo en la Costera hay decenas de edificios en ruinas, locales vacíos y otros con los daños a la vista.
Esa incertidumbre la conocen bien los trabajadores, saben bien que un huracán puede destrozar la ciudad y saben bien lo que sigue: quedarse sin trabajo, comer apenas lo necesario, hacer filas interminables por una despensa, por una ayuda.
En las tiendas departamentales y de autoservicio trabajan rápido para tapar todos los cristales posibles con láminas de triplay. Unos quedan cubiertos totalmente, a otros apenas les colocan unas cintas en los cristales.
Este miércoles, en la Costera el tráfico es fluido, no hay tantos carros como es habitual. A las 3 de la tarde, casi todos los comercios comenzaron a cerrar. Pero los que sí formaron largas filas en varios tramos de esta vía fueron los camiones de la Comisión Federal de Electricidad (CFE) que recordaron la alerta. La idea es que comiencen a trabajar en la reinstalación de la energía eléctrica tras el pasó del huracán.
Como fueron pasando las horas, las calles de Acapulco comenzaron a vaciarse. Una forma que las autoridades están obligando a resguardo fue con la orden de suspender el servicio del transporte público a las 8 de la noche. Lo llamaron la suspensión de la movilidad”.
En un comunicado, el gobierno de Guerrero llamó a los transportistas a guardar sus unidades para evitar riesgos para ellos y para sus pasajeros, pero también empresas como Estrella de Oro anunciaron la suspensión de sus corridas.
A las 6 de la tarde, en Acapulco el sol aún brillaba, el oleaje del mar era tranquilo. Sin embargo, nadie se atrevió a arriesgar sus embarcaciones. Grupos de pescadores luchaban intentando poner a salvo sus lanchas en la arena. La playa Manzanillo, el viejo astillero, se convirtió en un estacionamiento de embarcaciones. Los dueños no quisieron dejarlas en el mar porque Otis ya les enseñó que puede pasar. Tampoco se quedarán a cuidarlas los marineros, ninguno está dispuesto a poner en peligro su vida como lo hicieron hace casi dos años.
Después de las 8 de la noche, comenzó una lluvia ligera pero pertinaz, las calles se vaciaron, los negocios quedaron cerrados, la Costera Miguel Alemán, la principal franja turística, quedó casi sola y oscura.
“Erick” toca tierra en Oaxaca
El huracán “Erick” al tocar tierra a las 5:30 de la mañana de hoy en Puerto Escondido y Lagunas de Chacahua, Oaxaca, las torrenciales lluvias acompañadas con fuertes vientos iniciaron en municipios de la Costa Chica como San Nicolás, Cuajinicuilapa, Marquelia y Ometepec.
De acuerdo a la información proporcionada por Roberto Matus Arroyo, secretario de Protección Civil, hay intensas lluvias en la localidad de San Nicolás Tolentino, municipio de reciente creación.
El funcionario estatal mencionó que en esta localidad que colinda con Oaxaca está un albergue temporal con 757 refugiados.
Arroyo Matus aseguró que en los municipios de la Costa Chica se instalaron 21 refugios temporales donde acudieron mil 292 personas.




