Cumpleaños de Félix, pleitesía
al cacique

Texto: Jésus Guerrero, Emiliano Tizapa Lucena y Arturo de Dios Palma
Fotografía: Apendemílcar Juárez
A Félix Salgado Macedonio le molesta que lo llamen cacique, pero así actúa
El martes festejó su cumpleaños 68 con un pachangón que sólo se veía en los mejores tiempos de ese PRI omnipresente, ese que tenía todos los hilos de la vida pública.
El festejo fue un déjà vu, nos ubicó en el pasado, en esos años donde Rubén Figueroa Alcocer o Ángel Aguirre Rivero usaban al máximo su poder político; donde se dejaban querer por el “pueblo” para que les reafirmara las lealtades. Eran celebraciones donde la pleitesía escurría por todos lados.
Eso ocurrió este martes en las instalaciones de Perritos felices.
Fue una escena que nos volvió a gritar en la cara que la clase política no ha evolucionado ningún ápice, que sigue en sus rituales arcaicos. Que el pan y el circo se mantienen como la estrategia más efectiva para lograr la simpatía de los votantes.
La fiesta comenzó desde temprano, a las 10 de la mañana iniciaron a llegar a Perritos felices los contingentes de todo el estado. Para el pachangón se pensó en todo, se cuidó hasta el último detalle. Hubo organización. Por ejemplo: en las calles agentes de Tránsito municipal torearon el tráfico que invadió a la colonia Jardines del Sur. En el albergue la logística estuvo como relojito suizo, hombres vestidos con playeras negras con la leyenda: “Torofest 2025” y gorras guinda hacían funciones de seguridad, todos muy discretos pero bien distribuidos.
En el jardín de Perritos felices fueron colocadas 42 mesas largas para diez personas cada una. Se vaciaban y se llenaban, así estuvieron todo el día. Cada tiempo por las mesas pasaban dos jóvenes recogiendo la basura.
En una cabañita instalaron los puestos de tostadas, enchiladas, tacos de canasta, elotes, tamales. Más arriba 15 trompos de pastor se cocinaron a fuego lento de las brasas del carbón. En dos asadores, un hombre moreno con apariencia de costeño, no dejaba de echar langostas abiertas por la mitad. Más adelante repartían paella, pescado a la talla y un poquito más al fondo cocinaban dos jabalís, había ollas con relleno de cuche. Cubetas con agua de jamaica y horchata estuvieron siempre listas para los sedientos. En la mesa central 17 pasteles llegaron.
Todo fue gratis, el festejo por comida no paró, hubo para tirar para arriba.

Para las 2 de la tarde, Perritos felices era un hervidero. Todas las mesas estaban llenas y muchos parados. Las filas para los tacos, para las langostas no terminaban. Lo que no paraban era la llegada de invitados.
Casi nadie llegaba con las manos vacías, todos llevaban un detalle. Unos ramos de flores, canastos con pan, globos, pasteles. Otros con bandas musicales y mariachis tocando las mañanitas. Los conductores del evento desde el escenario alentaban para bailar con el festejado. Félix Salgado bailó en cada ocasión que se lo pedían. Se paraba de su mesa y con su kurta hindú y se colocaba en medio de la rueda que le armaban.
La mayoría no llegaban con un regalo que Félix Salgado pudiera utilizar. Más bien llegaban con una especie de ofrenda a rendirle culto a su gran cacique.
Unos fueron por obligación —sobre todo los trabajadores del gobierno de su hija, la gobernadora Evelyn Salgado Pineda— tenían que hacer presencia para que su ausencia no fuera interpretada como un deslinde o un desdén. Otros iban gustosos, seguros de ir a ofrendarle a su líder. Unos más fueron por los favores ya recibidos.
Como a las 3 de la tarde, Félix Salgado se subió al escenario de Perritos felices. Se subió a curarse en salud. Sin que nadie se lo pidiera, comenzó a dar explicaciones del festejo, como adelantándose a las críticas, a los señalamientos. Tratando de zanjar desde el inicio el problema. Tomó el micrófono:
“¿Por qué todo esto?” —soltó la pregunta y se hizo un silencio.
“Nos critican porque en Guerrero hay muchos problemas, que está la matazón y Félix en fiesta, enfiestado”.
Y sí, dos horas antes, en la avenida Alemán, a unos metros del zócalo de Chilpancingo, asesinaron al ex coordinador administrativo de la Policía Municipal, Raúl Augusto Gracida González. Recibió siete disparos.
“Quiero aclarar que yo no soy el del guateque. A mi no me gustan las fiestas. Yo no voy a bodas, ni 15 años, ni a entierros. A mi no me inviten porque no voy, ni regalo llevo”.
“Yo no puse ningún taco, ninguna tostada, yo no hice la fiesta. ¿Quién la hizo?”
“¡Nosotros!, ¡nosotros!”, gritó la gente de inmediato.
“A mi no me gusta esto porque es un derroche, desde anoche no me dejan dormir, llegaron con la banda, con el mariachi, pero en nosotros hay una parte de ego y no puedo decir que no me gusta que me vengan a felicitar”.
Dijo como si lo hubieran obligado a festejar.

Y siguió:
“Este no es un acto político, ajá —dijo en un tono socarrón—. No ando buscando candidaturas, nunca he dicho que quiero”.
Todavía no terminaba de decir cuándo se soltó el grito: “¡gobernador!, ¡gobernador!”.
“Cálmense, cálmense”, pidió y otra vez el grito: “¡gobernador!, ¡gobernador!”.
“Esto no me lo voyan a contar con un acto de precampaña y luego andan llorando cuando les quitan la candidatura”.
Como en 2021 cuando el Instituto Nacional Electoral canceló su candidatura a la gubernatura por no comprobar gastos de precampaña y eso provocó que su hija lo sustituyera.
Luego dijo que estaba en contra de los legisladores plurinominales porque eso lo aprovechan los líderes políticos para poner a sus amigos, así como muchos que andaban en el festejo que si no hubiera sido por el permiso de Félix Salgado difícilmente hubieran logrado el cargo.
Después habló de la reelección. Dijo que estaba en contra, aunque se haya reelegido en el Senado de la República y no se haga a un lado en la intención de ser el candidato de Morena a la gubernatura para sustituir en el cargo a su hija. Que esa no sería una reelección legal pero sí de facto.
Terminó su discurso y se puso a cantar “Acá entre nos”.
Explicación no pedida… culpa manifiesta. Eso dice el dicho.
[Un paréntesis: ya que anda dando explicaciones no solicitadas, Félix Salgado debería informar cómo convirtió un pedazo de cerro en un parque con juegos, con aparatos para hacer ejercicio, con cabañas, con un puente colgante, con tirolesa, con macetas gigantes. Sería bueno que nos explicara cuánto costó esa obra y, sobre todo, de dónde salió el dinero. Porque no es una construcción barata, sólo el muro de contención, de unos 100 metros, tuvo que haber costado una buena lana]
Después del discurso de Félix Salgado, todo comenzó a tomar similitudes con la escena de arranque de la magnífica película El Padrino, cuando todas las fracciones de la mafia italiana van llegando a la boda y lo primero que hacen es rendirle tributo a don Vito Corleone.
Apenas pasaban de las 3 de la tarde y como buenos burócratas comenzaron a llegar los secretarios del gobierno de Evelyn Pineda. Llegó el secretario de Educación, Marcial Rodríguez Saldaña acompañado con su comitiva.
A Rodríguez Saldaña llegó a comerse un bolillo con relleno, poco le importó que en la Costa Grande profesores estatales de primaria estuvieran decidiendo irse a paro por la falta del pago de la quincena y una parte del aguinaldo.

Llegó el secretario de la Contraloría y Transparencia Gubernamental, José Francisco González Sánchez, acompañado del subsecretario Saúl Montufar Mendoza y el director del Conalep, Víctor Alejandro Ocampo Dionicio.
A parte llegó el secretario de Planeación y Desarrollo Regional, René Vargas Pineda y comitiva. Por ahí apareció la secretaria de Migrante y Asuntos Internacionales, Silvia Rivera Carbajal, más tarde llegó la subsecretaria, Alondra García Lucatero.
También llegó la directora de la Universidad Virtual, Neysy Palmeiro, quien además es comadre de Félix Salgado, con un pastel con el logotipo de la institución. Poco después llegó el auditor General del Estado, Marcos Paris Peralta, ese que se supone audita el dinero público que gasta la hija del festejado: la gobernadora.
También llegó el alcalde de Iguala, Erick Catalán y el de Taxco, Juan Andrés Vega Carranza, ambos integrantes del grupo político que tiene Celeste, otra de las hijas de Félix Salgado, en la región Norte.
Desde antes, en una mesa casi al fondo estaba uno de los integrantes de la influyente familia dentro del gobierno de Evelyn Salgado, el director de la Comisión Técnica de Transporte y Vialidad del Estado de Guerrero, Arturo Salinas Sandoval, que quitado de la pena disfrutaba de la fiesta.
La familia Salinas se han empoderado por estar en puestos claves dentro del esquema del clan de los Salgado. En 2022, la gobernadora propuso a Ricardo Salinas Sandoval como magistrado; dos años después, con el apoyo de Félix Salgado y Evelyn Salgado, fue nombrado sin ninguna resistencia como presidente del Tribunal Superior de Justicia. Su hijo, Ricardo Salinas Méndez es el subsecretario de Administración y Finanzas en el gobierno de estatal; hace unos días fue captado portando un reloj de un valor de más de un millón de pesos.

La que se salió antes fue la diputada local y ex alcaldesa de Copala, Guadalupe García Villalba, una de las mujeres que más dio de qué hablar en 2024: asesinaron a dos políticos que buscaron sustituirla en el gobierno municipal, uno, en un video póstumo, la acusó directamente de su muerte.
Como a eso de las 4 de la tarde, llegó el diputado federal de Morena, Manuel Vázquez Arrellano, sobreviviente de esa noche y madrugada del 26 y 27 de septiembre del 2014 en Iguala.
“Vengo a hacer la barba”, dijo sin rubor.
Los que sí faltaron fueron los otros aspirantes a la candidatura de Morena a la gubernatura. No llegó la senadora, Beatriz Mojica; el dirigente estatal del partido, Jacinto González Varona; el diputado local, Pablo Amílcar Sandoval Ballesteros. Le hicieron el vacío, el fuchi. Se perdieron la comilona.
Aún así, la fiesta no paró hasta la noche.




